Entrevista con un Atleta Elite (Parte 1)

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No es difícil pensar en los atletas de nivel elite como una especie de superhéroes. Si no fuese porque la práctica del deporte requiere cierta vestimenta para comodidad y velocidad, los atletas elites usarían una capa roja y un traje estilo Superman (pero no todo el atuendo; nunca estuvo de moda usar los interiores, y mucho menos color rojo, encima de los pantalones), cortarían el viento con gracia manteniendo su ritmo de 4 minutos por milla. El superhéroe o atleta también tiene cierta presencia. Los que observamos cuando el superhéroe salva a un bebé de un edificio en llamas, o el momento en que la corredora cruza la meta batiendo su propio record mundial, generalmente quedamos pasmados de admiración.

Así que cuando conocí a Hernán Darío Rubiano, noté que no tenía puesta una capa roja. Es más, vestía una camiseta, shorts y tenis. Estaba vestido como muchos de los mortales visten en el caluroso mes de agosto en el sur de California. Se notaba su físico corpulento debajo de su camisa, pero Hernán era de más baja estatura y más delgado de lo que esperaba ver en un atleta elite (o en un superhéroe). 'Ernie', como lo llaman sus compañeros de entrenamiento en Estados Unidos, es una persona calmada, placentera, y sencilla. Se ríe frecuentemente y con facilidad, y es tímido de la manera que Clark Kent es tímido cuando se sonroja y se esconde detrás de sus lentes gigantescos.

Tuve la oportunidad de conversar y compartir un tiempo con Hernán durante los cortos descansos que le permitía su entrenamiento con triatletas provenientes de todas partes del mundo. Hernán ha participado en numerosas competencias de triatlón en Latinoamérica y los E.E.U.U. El compartió a través de una entrevista informal algunas de sus experiencias dentro y fuera del circuito competitivo, así como también, algo de la filosofía de su vida. La entrevista tuvo lugar justo después de llevármelo a correr 6 millas a mi ritmo. Hernán, por supuesto, no sudó ni una gota. A continuación, hay pasajes de la primera parte de la entrevista que está dividida en tres secciones.


Perfil del Atleta
En el año 2009, Hernán Darío Rubiano ganó medalla de oro en la prueba de triatlón distancia olímpica y medalla de plata en distancia sprint en los Juegos Bolivarianos en Bolivia. Obtuvo el segundo lugar en el campeonato suramericano de triatlón que se llevó a cabo cerca a Medellín, Colombia. Obtuvo el 9º lugar en la categoría elite en la triatlón de Malibú, California, donde participaron atletas a nivel olímpico de los E.E.U.U. Y obtuvo el primer puesto en la triatlón sprint de Playa del Rey, California.


Jairo Ospina: ¿Cómo llegaste al deporte de triatlón? ¿Cómo empezó todo?

Hernan Rubiano: Desde mi niñez, mi mamá nos mantenía a mi hermano y a mi activos físicamente. Creo que eso nos enseñó disciplina. Comencé tomando clases de natación, y después de corto tiempo, conocí a un entrenador que me ayudó a mejorar en la natación durante mis años de bachillerato. Mi entrenador también practicaba el ciclo-montañismo, lo que me interesó y practiqué ese deporte por dos años. Durante un curso de natación, me uní a un grupo de triatletas de nivel universitario. Cuando dejaron de entrenar como grupo, me uní a un club de triatletas con más experiencia y nunca dejé de practicar el deporte. Eso fue hace 8 años.

JO: ¿Cómo se compara el nivel competitivo de los atletas latinoamericanos con el de atletas americanos o europeos?

HR: Es mucho mas difícil practicar el deporte en Latinoamérica, en parte porque el patrocinio no es tan estable como lo es para otros deportes. Hay muchos triatletas que están a nivel internacional, pero el deporte tiene menos seguidores y fanáticos. El triatlón es simplemente un deporte más popular en los Estados Unidos y en Europa.


Punto de Equilibrio (Parte 2)

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Los pasos a continuación explican el proceso mediante el cual yo pude retomar mi punto de equilibrio personal:

PASO 1: Convénzase
Su propósito en la vida no estará completo si usted no cuida de su cuerpo. Para correr la carrera de la fe es necesario que preserve su cuerpo en la mejor condición física posible, de tal manera que no solo esté en la capacidad de correr su mejor carrera, sino que también pueda animar a otros en su progreso. NVI: Filipenses 1:24-25 dice: “pero por el bien de ustedes es preferible que yo permanezca en este mundo. Convencido de esto, sé que permaneceré y continuaré con todos ustedes para contribuir a su jubiloso avance en la fe.”

Aunque parezca extraño, el concepto de entropía me ayudó a entender mi condición y me motivó a tomar acciones. Nada cambia sin esfuerzo. No podía pretender que aquello que tomó años en desmejorar se podía arreglar de la noche a la mañana. Esos comerciales que prometen ayudarle a ponerse en forma “sin dietas, sin ejercicios, sin esfuerzo” violan la segunda ley de la termodinámica y por lo tanto, son físicamente imposibles.


PASO 2: Descanse
Su propósito en la vida no llegará a su realización plena si usted siempre está cansado. No me había percatado de la conexión entre descansar y correr la carrera de la fe hasta que leí Proverbios 3:23-24: “Podrás recorrer tranquilo tu camino, y tus pies no tropezarán. Al acostarte, no tendrás temor alguno; te acostarás y dormirás tranquilo.” Ciertamente, cuando dormimos bien por la noche, tenemos piernas fuertes que nos protegen de tropezar, aparte de que también tenemos una mente clara que nos permite enfocarnos; y cuando tenemos una carrera enérgica, y un día productivo de competencia, tendremos además dulces sueños, cerrando el ciclo de esta manera.
Nuevos estudios médicos1 han demostrado que la falta de sueño está relacionada al sobrepeso. Me tomó todo un año recuperar el hábito de dormir cada noche. Antes de ese año, el haber regresado a una rutina de ejercicio no hizo gran diferencia para controlar mi peso. No fue sino hasta que comencé a dormir profunda y regularmente que empecé a notar la mejoría.


PASO 3: Organícese
Su propósito en la vida no se hará realidad si usted no hace buen uso de su tiempo. Tuve que sobreponerme a la excusa común del flojo: “Es que no tengo tiempo.” Descubrí que realmente tenemos tiempo para casi todas las cosas que nos proponemos hacer; solamente necesitamos organizar nuestras prioridades. He aquí un principio para que organicemos nuestras prioridades: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo” (RVR60: Lucas 6:38).

Muchas veces somos mezquinos con nosotros mismos. Cuando yo comencé a darle tiempo a mi cuerpo con un programa de ejercicio, me empecé a sentir más enérgico para el resto de mis actividades diarias. Cuando comencé a hacer la pausa para comer de acuerdo a un horario, aunque no tuviera hambre, empecé a sentirme más satisfecho y pude controlar mejor mi apetito. Cuando dediqué más tiempo para la oración, pude lograr muchas más cosas en el mismo período de tiempo.

PASO 4: Nútrase
Su propósito en la vida se verá afectado si usted no se alimenta de aquello que realmente le nutre. A mí me gusta completar LBLA: Deuteronomio 8:3 de la siguiente manera: “el hombre no sólo vive de pan…” sino también del agua, hierbas, frutas, vegetales, nueces, semillas, frijoles, lácteos y otras fuentes buenas de proteína. Coma estos alimentos regularmente y divídalos en cinco o seis porciones pequeñas durante el día. Nunca llegue a estar hambriento. Si tiene hambre, ya es demasiado tarde.2
El pasaje continua diciendo, “…sino que vive de todo lo que procede de la boca del SEÑOR.” No olvide nutrir su relación con Dios. Aliméntese de la fe, la esperanza, el amor, la gracia y la justicia. Aliméntese además del apoyo que otros le dan durante su carrera.


PASO 5: Muévase
Su propósito en la vida no andará si usted no lo echa a andar. Comience un programa de ejercicios y apéguese al mismo hasta que lo aprenda bien. Puede comenzar por caminar, por ejemplo, luego alterne el caminar y el correr en intervalos de 3:1 minutos, entonces incremente el tiempo de correr hasta que pueda correr continuamente por un par de millas antes de incrementar la distancia progresivamente.

Recuerde que el ejercicio físico no lo es todo. Es por eso que he compartido cinco pasos que integran el espíritu, la mente y el cuerpo. LBLS: 1 Timoteo 4:8 declara: “Es verdad que el ejercicio físico ayuda a que todo el cuerpo esté sano. Pero esforzarse en confiar cada vez más en Dios es mucho mejor, porque nos hace bien aquí en la tierra y también cuando vivamos en el cielo.”

Ya han pasado un par de años desde que inicié mi transformación. En el proceso, perdí 67 libras (30 kilos) y mudé la ropa de talla 40 a talla 31. Competí en dos carreras este año. No he usado medicamentos para las alergias en los dos años que han transcurrido y no he tenido un episodio de asma desde entonces. Mis dolores de espalda están bajo control. También comencé a escribir en este blog con mi amigo y compañero de carreras.

[1] Vea por ejemplo un artículo publicado por la revista electrónica Sólo Ciencia sobre “Insomnio y Sobrepeso.”
[2] Si desea información detallada sobre un programa de alimentación y ejercicios que le permita bajar de peso y sentirse mejor, por favor no dude en escribirnos.




Vladimir Lugo
vlugo@race-of-faith.com

Punto de Equilibrio (Parte 1)

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Nuestra tendencia natural es la de dar por hecho que nuestros cuerpos son perdurables. Somos negligentes con ellos. Les abusamos. Les hambreamos de la nutrición necesaria. Les negamos su derecho a descansar. Les forzamos al estrés insano de nuestras rutinas frenéticas. Al hacer esto, les creamos desbalances internos, muchos de los cuales, ni siquiera alcanzamos a notar antes de que sea demasiado tarde. Aún así, actuamos sorprendidos cuando nos enfermamos, cuando nos damos cuenta de esos kilos de más en la pesa, o cuando nos quedamos sin aliento al subir veinte escalones.

De la misma manera en la cual nuestros cuerpos se deterioran sin el cuidado apropiado, así también se fortalecen, se ponen en forma, ajustan el talle y se relajan, cuando aprendemos las opciones saludables – y las escogemos – acerca de cómo lidiamos con nuestras actividades diarias y nuestro descanso, qué y cuán frecuentemente comemos, y cuán a menudo nos ejercitamos.

Esto lo sé por experiencia propia. Me acostumbré a comer alimentos grasosos en restaurantes de comida rápida y muchos dulces cargados de carbohidratos vacíos. Me estresé mucho mientras sacaba el posgrado, trabajando a tiempo parcial en dos empleos y atendiendo las necesidades de mi familia. Dormía un día sí y un día no, y por supuesto, el hacer ejercicios pasó al último puesto en mi lista de prioridades. Me dirigía a una debacle garantizada.

En medio de todo esto, mi cuerpo se mantuvo fuerte y soportó mis malas decisiones. Ni siquiera me atrevo a pensar lo que me hubiese sucedido de no haber sido así. Sin embargo en el proceso gané 62 libras (28 kilos). Los dolores permanentes de espalda, las alergias continuas durante todo el año, y los episodios comunes de asma se convirtieron en mi estado normal. Estaba totalmente fuera de control. Algo tenía que cambiar; el problema es que no sabía por dónde comenzar.

La segunda ley de la termodinámica establece que la entropía nunca disminuye. En otras palabras, la medida de desorden en un sistema tiende espontánea e indefinidamente a aumentar. La única manera en la cual un sistema se mantiene en un estado deseable de equilibrio es añadiéndole energía, y la única manera en la cual un sistema puede mejorar es invirtiéndole aún más energía. De cualquier otra forma, el sistema se degradará hasta colapsar. Por ejemplo, un carro se mueve por la combustión de gasolina, pero si quiere que vaya más rápido o más lejos, necesita más gasolina; si no llena el tanque, eventualmente se detendrá; y si llena el tanque con el combustible incorrecto, fundirá el motor.

Nuestros cuerpos son máquinas de diseño termodinámico. Por lo tanto, la única manera en la cual usted puede cambiar su vida y retomar el auto-control es aplicando suficiente esfuerzo, lo cual implica, voluntad, dedicación, compromiso, perseverancia, disciplina y muchas repeticiones de los pasos que sugiero en la segunda parte de este artículo.

Por ahora quiero cerrar con los siguientes pensamientos:

  1. Necesita asegurarse de que sus esfuerzos causen cambios permanentes en su estilo de vida. Al hacer esto, se asegurará que mantendrá su punto de equilibrio a pesar de las circunstancias que le rodeen.
  2. Necesita sobreponerse a la culpa. Repítase a sí mismo, “La culpa es cosa del pasado.” Cuando falle en el ejercicio de su plan, sacúdase el polvo de la culpabilidad de sus hombros y comience nuevamente. Verá que vale la pena y que funciona.

“…yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios…” (RVR60: Filipenses 3:13-14)




Vladimir Lugo
vlugo@race-of-faith.com

Cuerpo de Corredor

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Un amigo, quien es un atleta de triatlón muy experimentado, recientemente me dijo: “¡Vladimir, ya tienes cuerpo de corredor!” Además de que su comentario levantó mi ego también despertó mi curiosidad. ¿Cuál es el aspecto de un cuerpo de corredor? Ciertamente, nuestros cuerpos se amoldan a la disciplina que practicamos, pero, ¿qué cosas hacen esto posible? ¿Cuáles son las operaciones internas de adaptación? ¿Cómo se transforman nuestros cuerpos?

Cubierta del libro The Runner's BodyMi curiosidad en este caso, como en muchos otros, me llevó a hacer un poco de investigación. Como resultado, encontré este excelente libro publicado por Publicaciones Rodale precisamente intitulado Cuerpo de Corredor (The Runner's Body, en inglés). El libro explica cómo cada uno de los cinco sistemas funcionales distintivos del cuerpo – músculoesqueletal, cardiorespiratorio, metabólico, nervioso, e inmunológico – “cooperan un una danza exquisitamente coreografiada de interacción química, eléctrica, y magnética.” El libro provee muchas sugerencias para mejorar su resistencia, rendimiento y rapidez, basadas en la premisa de que todos estos sistemas trabajan en cooperación, orquestación unísona e interacción saludable.

Mientras leía, no podía dejar de pensar en la metáfora que Pablo utilizó en su primera carta a la iglesia en Corinto, donde escribió:


“De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo”
(NVI: 1 Corintios 12:12, 27).

El cuerpo de creyentes es un solo cuerpo pero no es sólo un cuerpo. Es un cuerpo de corredor. Es un cuerpo en movimiento. Es el cuerpo que ejercita las buenas obras y que fortalece el carácter. Es el cuerpo que compite en la carrera de la fe. Es el cuerpo que lleva la batuta de las buenas nuevas, y que lleva corriendo más de dos mil años. Es un cuerpo diseñado para correr en la cooperación, orquestación unísona e interacción saludable de todos sus miembros.

El ojo no puede decirle a la mano, “¡Correré por cuenta propia!” Si el ojo llora por cuenta propia puede ser a causa de una condición conocida como dacriocistitis, o infección del saco lacrimal. Y la nariz no le puede decir al pecho, “¡Correré en contra de tu voluntad!” Ninguna carrera humana se gana por una nariz; ¿acaso no has notado que el ganador rompe la cinta de la meta con el pecho y no con la nariz en un esfuerzo de todo el cuerpo? Una nariz que gotea involuntariamente sufre de rinorrea, uno de los síntomas de la gripe común del cual todos estamos bien familiarizados, especialmente durante la temporada de influenza. Y el oído no le puede decir a los pies, “¡Zumbaré más que ustedes!” El zumbido en el oído es otra condición conocida como tinnitus, la cual se relaciona con la sordera. Y el intestino no le puede decir a la cabeza, “¡Voy a correr la maratón de Boston con propulsión a chorro!” Un intestino a chorro... bueno, es una cosa muy desagradable.

Con suerte me hago entender. Nuestro énfasis en la auto-suficiencia, auto-dependencia y auto-ayuda es enfermizo, infeccioso e incluso repugnante. Es una “condición” anormal, y como tal, necesita una cura. Requiere tratamiento especial, medicamentos, descanso, y tiempo de recuperación. Si tu deseo es el de permanecer, perseverar y pervivir en tu carrera de la fe, entonces necesitas hacer lo que aparece a continuación para evitar el desmayo, el desánimo y la descalificación:


Reconoce
…que necesitamos a otros. No podemos crecer en perdón, aceptación, propósito, integridad y reputación sin la ayuda de los demás.

Recupérate
…de tus lesiones. No podemos dejar que nuestras heridas viejas nos hagan perder nuestras carreras nuevas.

Restaura
…las relaciones rotas. No podemos impedir que otros cumplan sus sueños dados por Dios y culpar sus éxitos por nuestros fracasos.

Reconecta
…con la congregación local. No podemos negar al cuerpo de corredor que utilice nuestros pies, nuestras manos, nuestras cabezas o, dado el caso… nuestros intestinos.


“Debemos recordar que a pesar de que organizamos el cuerpo en partes, estas partes individuales siempre funcionan al unísono y se excluyen mutuamente – esto significa que si una de ellas se afecta, el cuerpo puede soportarlo por un poco de tiempo pero eventualmente no sobrevivirá.” – The Runner's Body

Una parte el cuerpo que corre independientemente es una anomalía, pero el cuerpo de corredor es asombroso.




Vladimir Lugo
vlugo@race-of-faith.com

Necesitamos a Otros

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El ciclista originario de los Países Bajos había tomado una ventaja de más de 20 minutos sobre el pelotón. Un grupo de ciclistas más pequeño lo seguía de cerca, pero aún en un descenso técnico por una carretera montañosa que los llevaba a Córdoba en un rítmico pedaleo, parecía imparable con solo unos kilómetros hasta la meta final.

Ese ciclista es Lars Boom e hizo noticia cuando ganó la etapa número 15 de la Vuelta a España, considerada uno de los eventos ciclísticos más difíciles del mundo. Mientras veía la etapa en diferido en televisión hace unas semanas, el comentarista hizo el siguiente anuncio: "…ni uno solo de los ciclistas que ha ganado una etapa en la Vuelta de este año está entre los diez primeros en la clasificación general…" ¿Qué nos dice eso acerca de tener éxito en un deporte que pone tanto énfasis en los logros del individuo?

Estamos acostumbrados a escuchar acerca de los triunfos personales de los atletas en todos los deportes. La historia de la persona ultra exitosa que se “hace sola” ha permeado el deporte y la cultura popular desde sus comienzos. Los medios de comunicación se enfocan con frecuencia en el talento individual, inclusive cuando el tema es un deporte de equipo como el ciclismo de ruta.

Muchos atletas hoy en día son egocéntricos, elevando el concepto de “no necesito a nadie” que se refleja en otros ámbitos de nuestra sociedad [aunque claramente ese es un tema para otro artículo]. Cuando un atleta con renombre triunfa continua y contundentemente, el caso de Lance Armstrong o Michael Phelps, quizás escuchemos su historia en una entrevista de algún programa investigativo de televisión donde el atleta aparece dándole gracias a mamá, hermano o entrenador por estar siempre con ellos y convertirse en su inspiración para triunfar en el deporte.

“El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre.” NVI: Proverbios 27:17

En pocas oportunidades escuchamos de los famosos mencionar a la persona que los convenció a formar parte de su primer club de atletismo; o de sus modelos (sean otros atletas o no), o de los compañeros de entrenamiento que han contribuido para que ellos lleguen a la cima en su disciplina deportiva. El talento y deseo de victoria son sin lugar dudas elementos importantes del deporte. Pero el atleta no puede crecer en carácter, madurar en el deporte, o entrenar con la misma efectividad sin la ayuda de otros. Desde nuestra juventud se nos han hecho creer que es el talento, actitud positiva, trabajo duro, genes o una combinación de esos elementos los que nos llevan a la cúspide. Pero esa no es toda la verdad.

Estamos hechos para crecer en nuestro carácter y fuerza a través de lo que otros nos enseñan, aquello que se nos modela, y con la guía que solo puede ser provista a través de otros. Dios también usa a otras personas para momentos en los que necesitamos recuperarnos de fracasos. La Biblia está llena de ejemplos de atletas espirituales que crecieron en carácter, maduraron y completaron su recorrido con la ayuda de otros: Moisés y Josué; Elías y Eliseo; David y Jonatán.

“Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.” NVI: Santiago 5:16

Lars Boom terminó en el puesto número 55 en la clasificación general de la Vuelta. Mientras que puede haber varias razones para explicar el puesto que ocupó – quizás es más un corredor de sprint, o entregó todo su esfuerzo por la gloria de un día en el podio de los ganadores – el punto es que Lars no pudo haber ganado esa etapa sin la ayuda de sus compañeros. Y si fuese un corredor con la misma madurez de Lance Armstrong o Alberto Contador, comprendería muy bien que tiene pocas esperanzas de completar el recorrido sin la ayuda de otros.




Jairo Ospina
jairo.ospina@gmail.com


Fortalece tus Rodillas (Parte 2)

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En la primera parte compartí la importancia que tiene el fortalecer nuestra vida de oración para sostenernos a lo largo de nuestra carrera de la fe. Con demasiada frecuencia permitimos que las muchas actividades en las cuales participamos nos pongan en riesgo de “lesionar nuestras rodillas” o de que relegamos la oración a los últimos lugares de nuestra lista de prioridades, dejándonos desprotegidos, vulnerables, y propenso a las lesiones del camino.

Quizás no oramos o no lo hacemos lo suficiente porque no entendemos qué está en juego y qué implica. Es precisamente aquí donde podemos aprender un par de lecciones acerca de la oración al examinar el cuidado apropiado de nuestras rodillas físicas; en otras palabras, lo que es bueno para las rodillas es bueno también para la oración. El artículo de MediZine al cual he hecho referencia en la parte uno provee algunas sugerencias para robustecer nuestras rodillas. Exploremos ahora su relación con la oración:

1. Incrementa tu Musculatura
Ejercita los músculos alrededor de la rodilla y de tu zona abdominal. En otras palabras, ejercita otras disciplinas espirituales simultáneamente: tu zona central, tal es la lectura, estudio, y meditación de las Escrituras, incluso, usa las Escrituras como tu modelo de oración, y ora las Escrituras; y no olvides los músculos auxiliares de la alabanza, la adoración y la gratitud.

2. Modifica tus Actividades
Las coyunturas que no usas se deterioran con el tiempo. Usa tus rodillas. Encuentra el balance correcto de tus actividades y da lugar a la oración en tu calendario. A lo mejor hay muchas cosas que ya sabes deberías dejar y otras se las deberías dar a Dios como un sacrificio vivo por medio de la oración. Sé que algunas cosas vienen a tu mente mientras lees estas líneas… entonces ya sabes de que hablo.

3. Los Pies son Primero
Tu problema de la rodilla puede estarse originando en otra parte de tu cuerpo. La solución típica es: usa el calzado apropiado para tus pies y tus zancadas. Reconoce que otras cosas podrían estorbar tus hábitos de orar. Los zapatos de talla única no existen. De la misma manera, la oración no viene con un patrón que sirve para todos por igual, así que encuentra el modelo que se adapta a tu estilo de vida.

4. Paños de Agua Tibia y Bolsa de Hielo
La regla dice, aplique calor para relajar los músculos contraídos y hielo para la inflamación. Comience su oración pidiendo el fuego del Espíritu de Dios para que él le guíe en su oración; para que pueda relajarse cuando está afanado o ansioso, o para calmarse cuando está teniendo un día difícil o su temperamento se hincha hasta la pared del frente. El Espíritu de Dios es la pomada del Tigre o unción de IcyHot®. Romanos 8:26 dice (NVI):


“Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.”


5. Busque Auxilio
Reconozca cuando usted no puede hacerlo por sí mismo vaya al socorrista. Son sorprendentes las cosas que otros corredores más experimentados y los especialistas me han enseñado acerca del correr y de la prevención de lesiones. Los compañeros de oración, los grupos pequeños de discipulado, los mentores, e incluso nuestra experiencia de Dios corporativa nos pueden guiar para que podamos tener una vida de oración más rica y consistente.

Para concluir, puede que a veces pequemos de arrogantes al pensar que la oración puede cambiar la opinión de Dios o Su voluntad, pero ese no es el punto. La oración está allí para que nosotros seamos cambiados, para hacernos más fuertes, para sostenernos durante los retos de la vida, para ayudarnos a encontrar nuestro camino en la vida mientras que mantenemos nuestro ritmo en la carrera de la fe.

[Parte 1] [Parte 2]

Fortalece tus Rodillas (Parte 1)

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A mi esposa y a mí nos gusta ir al supermercado con regularidad para pesarnos. Allí tienen una de esas básculas que te imprimen un recibo con tu peso y tu Índice de Masa Corporal, el cual normalmente guardamos para darle seguimiento a nuestros éxitos manejando nuestro peso. Hemos estado en esta tienda muchas veces, pero por primera vez me di cuenta que tenían una revista de salud gratuita en formato pequeño. Tomé un ejemplar reciente para leerlo posteriormente mientras nos enterábamos que la báscula estaba dañada ese día.

Varios días después, me dio por leer la revista y encontré un artículo muy útil sobre cómo cuidar nuestras coyunturas apropiadamente para que permanezcan saludables por largo tiempo. Una frase en particular hizo que mis antenas espirituales se sintonizaran con una idea que se volvió persistente en mi mente desde entonces, y que decidí compartir. La frase fue la siguiente:

“Como el fulcro de tanta actividad,
la rodilla es altamente susceptible a las lesiones...”
Esfuerzos Acoyuntados, MediZine’s Vida Saludable, Otoño 2009, p. 8


Todo corredor sabe lo importante que son nuestras rodillas para responder a las exigencias de este deporte de alto impacto que es el correr. Si nuestras rodillas están saludables y en buena forma, podemos mantener nuestra postura, adaptarnos a los cambios y las demandas del camino, correr la distancia predeterminada, y sostener nuestros esfuerzos durante lo prolongado de nuestra carrera. Por el contrario, nada puede impedir nuestra carrera tanto como una rodilla lesionada o maltrecha.

Lo mismo es verdad en nuestra carrera de la fe espiritual. Nuestras rodillas representan nuestra vida de oración. Como las bisagras de tanta actividad diaria, se supone que cuidemos de la oración para mantenernos firmes. Sin embargo, esta es una de las áreas en la cual somos negligentes con mucha frecuencia en la medida que se arruman nuestras actividades y responsabilidades. Nos levantamos por la mañana, alistamos a los niños para la escuela y a nosotros mismos para el trabajo; respondemos al estrés de nuestros empleos y de tantos otros entretenimientos; o tal vez nos afanamos con las preocupaciones de no tener lo suficiente para el sostén del hogar durante tiempos de dificultad; o batallamos en el tránsito pesado, gastando largas horas sentados en nuestro automóviles, acelerados en nuestra vida ocupada para atender nuestros negocios; en todo esto, la oración es altamente susceptible a las lesiones.


“Como las bisagras de tanta actividad diaria…
la oración es altamente susceptible a las lesiones.”


Tantas veces el incremento en nuestras múltiples actividades se usa como excusa del comer a deshoras y nuestros malos hábitos alimenticios, nuestra falta de tiempo para pasar un buen rato con la familia y nuestros seres queridos, para hacer ejercicio, y para cultivar nuestras disciplinas espirituales, que me hace dudar que el problema sea realmente la “falta de tiempo.” Es mucho más probable que no estemos estableciendo nuestras prioridades correctamente y por lo tanto las cosas que consideramos importantes pasan a segundo plano.

La oración debe estar en el tope de nuestras prioridades para que Dios nos lleve de la mano en la realización de nuestras actividades diarias. Martín Lutero dijo alguna vez, “Ora, y deja que Dios se preocupe.” Por esta misma razón Jesucristo nos recuerda venir a él en oración (Mateo 11:28, Dios Habla Hoy):


“Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar.”


El artículo de la revista MediZine prosigue dando algunas sugerencias para mejorar el funcionamiento de las coyunturas de nuestras rodillas, las cuales también se pueden aplicar a la vida de oración que nos sostendrá durante nuestra carrera de la fe. Exploraremos estas sugerencias en la segunda parte de este artículo.

[Parte 1] [Parte 2]




Vladimir Lugo
vlugo@race-of-faith.com

Compitiendo Contra el Tráfico Humano


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Comienza la temporada de correr en la Iglesia Comunidad de Fe (Faith Community Church). Por los pasados dos años, esta comunidad cristiana ubicada en la ciudad de West Covina, California, ha puesto muchos cuerpos en movimiento participando en dos de las competencias más importantes del sur de California: La Maratón de Los Angeles 2008, y la Media Maratón y Maratón Surf City 2009, en la ciudad de Huntington Beach.

Correr, correr y caminar en intervalos, caminar, y como muchos participantes incluso bromean al respecto, gatear, son todas las técnicas aceptables para participar, en un grupo que consiste de novatos hasta corredores avanzados y experimentados. La iglesia ofrece muchas localidades de entrenamiento en toda la ciudad de Los Angeles, con reuniones semanales, cada sábado en la mañana, por los próximos seis meses. Comenzando el 29 de agosto del 2009, seguirán el método sin lesiones promovido por el atleta universitario y corredor olímpico de los Estados Unidos (1972)
Jeff Galloway en su libro Maratón: Puedes Hacerlo.



El propósito de este programa es el de edificar resistencia a un ritmo constante sin someter su cuerpo a estrés o lesiones. Los componentes esenciales son la persistencia y la moderación... ¡Casi cualquier persona puede completar un maratón en seis meses!
J. Galloway, Maratón


Resistencia. Crecimiento incremental. Persistencia. Moderación. Sin estrés. Sin lesiones. Todas estas son cualidades que debemos fomentar en nuestra carrera de la fe en la medida que nos mantenemos firmes, saludables, y desarrollamos nuestro carácter. “El entrenamiento te hará cada vez más fuerte con el tiempo. El prepararse para correr sirve tanto para predicar,” dijo la pastora Dawn Jackson en la primera reunión del equipo 26.2 de este año en un ambiente lleno de energía y expectativas. Las primeras sesiones reunieron varios cientos de creyentes quienes se matricularon en el reto. “Este es mi tercer año, y no me lo perdería por nada en el mundo,” comentó uno de los participantes.

La iglesia estará corriendo para apoyar el Proyecto Grecia y la
Campaña A21 tal como en años anteriores. Dirigda por Christine Caine, la Campaña A21 es una de las pocas iniciativas a nivel mundial comprometida a abolir el tráfico humano y la esclavitud sexual en el siglo XXI. Fomentando el conocimiento del problema, tomando acciones legales, y ofreciendo servicios de rehabilitación, A21 espera hacer la diferencia en las vidas de más de 1.800 mujeres y niños vendidos como esclavos en Grecia cada día.

Carrera de la Fe se une a los esfuerzos del equipo 26.2 y Proyecto Grecia con su participación en estos eventos, compitiendo en contra del tráfico humano y promoviendo la justicia en nuestro mundo.


"Lávense, límpiense!
¡Aparten de mi vista sus obras malvadas!
¡Dejen de hacer el mal!
¡Aprendan a hacer el bien!
¡Busquen la justicia y reprendan al opresor!
¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda!.
NVI: Isaías 1:16-17





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Vladimir Lugo
vlugo@race-of-faith.com


¡Pase lo que pase, correré!


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El hijo pródigo se había descarriado. Su sed de poder encendía sus deseos de tenerlo todo; ignorando que todo ya era de él. Su mirada perdida en el horizonte de sus fantasías. Sus caminos apartados de la realidad de la batalla que furiosa retumbaba en el bosque cercano. Salió a dar un paseo. Cabalgando sobre el lomo de una mula, privilegio reservado para el verdadero rey, su padre, se distrajo con su propia megalomanía. Su mente, enredada en sus propios delirios, había dejado su cabeza enredada en las ramas espesas de un gran roble. Su cuerpo restringido en el aire, mientras sus sueños de reinado siguieron cabalgando, le convirtieron en el blanco perfecto mientras tres jabalinas zumbaron entre los arbustos atravesando su inflado corazón.

Ahimaas Bensadoc fue sorprendido por los rumores cuando agachado amarraba las trenzas de sus sandalias para correr. Después de confirmar las devastadoras noticias, el sudor cálido de los ejercicios de precalentamiento y estiramiento se convirtió en un sudor frío que corrió por su espalda aún encorvada. Pensó por un momento, “Al que da malas noticias no le dan premio.” Y sacudiendo su cabeza, hizo gotear sus pensamientos egoístas y previó al rey David lamentando la muerte de su hijo, Absalón, a quién amaba más allá de sus infortunios.

Era típico de los ejércitos antiguos, en una época cuando las comunicaciones instantáneas, solo posibles por la tecnología moderna, no existía, el nombrar portavoces que llevaran las noticias de lo sucedido en el campo de batalla. Hombres valientes que hacían del correr su profesión; Kukinis adaptados por el “entrenamiento físico y mental riguroso que les convertía en corredores velocísimos.”
[1] Ahimaas y su compañero de carreras etíope estaban listos para su participación. Habían estado entrenando para este tiempo; sintieron que estaban listos, y vinieron ante su comandante, Joab, para recibir instrucciones.

Joab le dijo a Ahimaas que no le correspondía correr esta vez y en su lugar envió a su amigo. Él le insistió al comandante por segunda vez, “pase lo que pase, yo correré,” a lo cual Joab respondió: “Hijo mío, no te das cuenta que el hijo del rey ha muerto. A él no le va a gustar lo que tú le vas a decir. Además, etíopes y kenyanos son los hombres más rápidos sobre la tierra y él ya se fue unos minutos antes que tú; no lo vas a poder alcanzar, mucho menos llegar antes que él. ¿Acaso no sabes que un kenyano va a ganar el Maratón de Los Ángeles en el 2009 y que un etíope llegará en segundo lugar? – “Bueno, entonces que el 2009 no sea la primera vez en la historia que un etíope llega en segundo lugar,” y rogándole por tercera vez dijo (2 Samuel 18:23, LBLA),


"¡Pase lo que pase, correré!" Entonces le dijo: "¡Corre!"

Ahimaas salió a correr la carrera de su vida. Solo un pensamiento le dio el combustible necesario para impulsarlo a atravesar el bosque espeso: “No puedo permitir que las lanzas del bosque también traspasen el corazón de mi rey.” Con cada zancada, abrió veredas pulidas donde no había ninguna; esquivando las ramas de los mismos robles que atraparon con la muerte a Absalón. Corrió hasta pasar a su compañero. Mientras se apresuraba bajando por las colinas para traer primero las buenas noticias, sus pies eran hermosos mensajeros de esperanza. El corazón del rey fue reconfortado cuando lo vio, (2 Samuel 18:27, LBLA),

Este es un buen hombre y viene con buenas noticias.

Necesitamos aprender de Ahimaas para correr nuestra carrera. No se desanimó o se distrajo de su propósito; tres veces trataron de persuadirlo de que no corriera, y tres veces insistió para hacer aquello para lo cual fue escogido. No se intimidó por las habilidades y los talentos de sus compañeros, sino que corrió para ganar. Mantuvo clara su finalidad y entendió el corazón de su rey, quien también apreciaba su bondad.

Sobre todas estas cosas, se enfocó en el verdadero mensaje que debía ser comunicado: las buenas noticias de que el reino había sido establecido y que el rey permanecería en su trono. El entendió el poder de compartir las buenas nuevas en medio de la desesperación; el antecedió el informe favorable al que no era tan placentero. Son las buenas nuevas, o euangelion, las que deben dictar la razón de ser de nuestra carrera de la fe. Hemos sido entrenados para esta época y se nos urge que compartamos una palabra de paz durante nuestros tiempos de ansiedades en el mercado laboral, escasez económica, crisis familiares, e incertidumbres mundiales. Necesitamos calzar las zapatillas del evangelio de la paz y recordar las palabras del profeta, (Isaías 52:7):

¡Qué hermosos son sobre los montes
los pies del que trae buenas nuevas,
del que anuncia la paz,
del que trae las buenas nuevas de gozo,
del que anuncia la salvación,
y dice a Sion: Tu Dios reina!



snw2i49vqm
Vladimir Lugo
jvlugo@race-of-faith.com





[1] Kukini, Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Kukini) Revisado por última vez: 10 de agosto, 2009.

El Corazón nos guía

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El corazón de un adulto late aproximadamente 70 veces por minuto. Para poner en perspectiva cuanto trabaja este órgano sin descanso, cuando cumpla la edad de 72 años, su corazón habrá latido más de 2.6 billones de veces. El corazón es sin lugar a dudas uno de los órganos más importantes del cuerpo humano y juega un papel vital en la práctica de muchos deportes. No es coincidencia entonces que las empresas que manufacturan instrumentos de precisión y equipo deportivo hayan lanzado al mercado gran variedad de monitores de ritmo cardiaco (MRC) o pulsímetros para ayudar a los atletas a alcanzar sus metas.

El principal propósito de un MRC es el de asegurar que usted entrene a un nivel de intensidad adecuado. El uso de un MRC implica, primero, obtener su frecuencia cardiaca máxima, y segundo, el observar sus “zonas de entrenamiento”, o el porcentaje de su frecuencia cardiaca máxima que usted puede mantener por un determinado periodo de tiempo. Al observar sus zonas de entrenamiento, evite (1) entrenar con demasiada intensidad y llegar al punto de agotamiento con mucha rapidez; y (2) entrenar con una intensidad muy baja y que su corazón no alcance su potencial. Por ejemplo, si quiere alcanzar un buen estado físico, usted necesita mantener la mayor parte de su entrenamiento en el orden del 60% al 80% de su frecuencia cardiaca máxima.*

Igualmente interesante es que su frecuencia cardiaca revela su condición física. En la medida en que su estado físico mejora, será capaz de mantener un ritmo cardiaco más alto por más tiempo, lo que significa un ritmo cardiaco más bajo cuando no está activo (conocida como la frecuencia cardiaca en reposo). A través del uso de un MRC su corazón lo está guiando hacia una condición física óptima.

¿Recuerda el correr aquella ruta cuando continuó a pesar de que su corazón le pedía que bajara la velocidad (o le decía algo parecido)? Terminó más cansado de lo que anticipaba, quizás trabajando excesivamente otros músculos del cuerpo. De esa misma manera podemos trabajar excesivamente (o no lo suficiente) en nuestro estado físico espiritual, tomando la acción opuesta a la que el corazón nos indica. ¿Alguna vez ha reflexionado acerca de una decisión errada en su vida y llegó a la conclusión que debió haber escuchado a su corazón cuando la tomó? Por eso la Biblia declara en Proverbios 4:20-23:

Hijo mío, atiende a mis consejos; escucha atentamente lo que digo. No pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón. Ellas dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo. Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.



El corazón es mucho más que un músculo que bombea sangre a través del cuerpo. Es una guía para adiestrar nuestros pensamientos y emociones. Su estado físico espiritual mejora de gran manera cuando pone la dosis acertada de intensidad en sus acciones, cuando intensifica su ejercicio en la palabra de Dios, y cuando se enfoca en sus seres queridos, su carrera, practicar su deporte favorito, y otros elementos importantes en su vida. Si aplica mucha energía por mucho tiempo fuera de sus zonas de entrenamiento, terminará exhausto en ciertas facetas de su vida. Sin embargo, si hay poco entusiasmo, tampoco disfrutará de la vida con la abundancia, propósito y amor que debe tener.

Aun cuando se enfrente a decepciones y desengaños, mientras que no hay garantía de que no experimentara dolor en su corazón, si usted lo escucha y entrena con la palabra de Dios, estará mejor preparado para aguantar las penas y decepciones que la vida a veces trae consigo. Proverbios 3: 5-6 nos recuerda:

Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.



¿Qué le dice su corazón últimamente?

*Para una explicación de las zonas de entrenamiento, visite Pulsímetros Polar




Jairo Ospina
jairo.ospina@gmail.com

Correrán y no se cansarán

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El cuerpo humano es una máquina extraordinaria de auto-renovación. Ha sido diseñada por Dios para restaurarse a sí mismo de forma tan eficiente que es casi imperceptible. Cada segundo, 10.000.000 de células mueren y son canjeadas por células nuevas, y mediante este proceso, cien cabellos son sustituidos cada día, nuestra piel es totalmente rejuvenecida cada mes, nuestra estructura ósea es remplazada completamente cada tres meses, y hasta nuestras uñas crecen de la base a la punta cada seis meses.

Las capacidades regenerativas de nuestros cuerpos son un poco más evidentes durante el ejercicio físico. Cuando corremos, nuestros cuerpos atraviesan varias etapas de cansancio y restauración:
  1. Del reposo al modo aeróbico
  2. Del modo aeróbico a su marca personal
  3. De su marca personal al “muro”

Alcanzando el modo aeróbico

Primero, usted experimenta la fatiga inicial que ocasiona el llevar su cuerpo de un estado de reposo al modo aeróbico, cuando su ritmo cardíaco se incrementa y su respiración se acelera. La mayoría de los corredores inexpertos se detendrán en esta primera etapa, cansados, y sin haberles permitido a sus cuerpos adaptarse y proveerles de las fuerzas necesarias para emprender una carrera más larga.

La paciencia es la clave para sobreponerse a esta primera etapa de fatiga.

Alcanzando su marca personal

Cuan larga será su carrera dependerá de cuán lejos usted haya entrenado. Usted se sentirá de nuevo cansado al punto de querer renunciar cuando alcance el mayor número de kilómetros que haya corrido anteriormente, o lo que a mí me gusta llamar, su marca personal. Su cuerpo necesita reajustar su marca personal. Para lograr esto, usted debe comenzar con una distancia pequeña, digamos de dos a tres kilómetros, y continuar sumando kilómetros a su entrenamiento paulatinamente.

La perseverancia es la clave para romper su marca personal y mover la segunda etapa de fatiga cada vez un poco más lejos.

Alcanzando “el muro”

No importa cuán lejos usted reajuste su marca personal, las condiciones de ejercicio continuado le llevarán al tercer punto de fatiga extrema, el cual se conoce entre los corredores como “el muro,” normalmente alrededor del kilómetro 30. Durante el modo aeróbico, su cuerpo producirá la energía necesaria en forma de glucosa primordialmente de los carbohidratos. Cuando las reservas de carbohidratos se agotan del todo, su cuerpo se readapta para producir glucosa usando sus reservas de grasa. Este proceso es mucho más lento que el de quemar carbohidratos, haciendo que los niveles de energía caigan rápidamente por un lapso de tiempo mientras que su cuerpo hace el cambio de carbohidratos a grasas; pero el contenido energético de las grasas le pueden llevar muchísimo más lejos que el de los carbohidratos.

El propósito es la clave para vencer el muro y cambiar las fuentes de energía hasta que llegue a la meta final.

Correr y no cansarse es físicamente imposible, y aún así, nuestros cuerpos responden con una fortaleza que nos sorprende a la vez que nos capacita. De la misma manera, el esperar con paciencia, el renovarnos con perseverancia, y el remontarnos con propósitos claros, proveen a nuestra carrera de la fe de una fuerza asombrosa. La Biblia lo declara de la siguiente manera:

“pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”
(RVR60: Isaías 40:31)


Si usted se siente que está golpeando su muro, débil en el espíritu, estancado en sus logros, incapaz para el servicio, o sobrecogido por los sufrimientos, recuerde que usted aún puede cambiar su fuente de energía para correr los kilómetros extras que le faltan y llegar a la meta. Dios es perpetuo. El no se fatiga ni está cansado. Sus fuerzas no se acaban ni se vacían. Sus reservas no tienen final; sus recursos son inagotables. En él no hay deficiencia ni deterioro. Su poder nunca se debilita.

Cambie sus fuentes energéticas: espere en Dios, persevere en la carrera de la fe, corra con propósito, y verá la diferencia.




snw2i49vqm
Vladimir Lugo
jvlugo@race-of-faith.com

El Desafio Cristiano

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Muchos de nosotros hemos escuchado o sido partícipes de conversaciones en nuestro lugar de trabajo acerca del colega que aceptó un ascenso, o del que está empezando estudios para su doctorado, o la compañera que dejará su puesto para empezar su propio negocio. Tal vez algún pariente está entrenando para correr una maratón o triatlón. Nos inspira y nos causa admiración el escuchar acerca de aquellos que se embarcan en grandes empresas. Quizás hasta pensamos que están locos por aceptar un reto que la mayoría de nosotros rechazamos casi de inmediato porque parece inalcanzable, o sabemos que requiere de gran esfuerzo.

El pasado agosto, mi esposa me presentó un desafío similar. Salíamos del servicio y con gran entusiasmo me dice “¡Corramos el próximo maratón de Los Angeles con el grupo de la iglesia!”. Mi sorpresa fue inmediata al escucharla por el tipo de reto que me presentaba y porque hasta ese momento, mi esposa hubiese sido la última persona que se apuntaría para una prueba atlética por su propia voluntad. A pesar de estar físicamente activos en los últimos años, ninguno había corrido una distancia de más de diez kilómetros, ni habíamos participado en una competencia atlética. Accedí a inscribirme después de pensarlo por unos momentos, mientras mi esposa se dirigía con paso ágil hacia el lugar de inscripciones organizado cerca al auditorio.

Dudo que ella entendiera en ese momento que por los siguientes seis meses tendríamos que ser disciplinados, dedicarle tiempo y esfuerzo a entrenar, y desarrollar la fortaleza mental para acondicionar nuestros cuerpos a correr 42 kilómetros. Justo después de inscribir
nos, empecé a sentirme inquieto, con dudas acerca de completar el entrenamiento y la resistencia física para correr esa distancia, además del dolor inevitable que conlleva la preparación para ese tipo de pruebas.

Mientras reflexionaba sobre esa tarde de agosto, recordé las actitudes y pensamientos que tenemos, como también las situaciones en las que nos hallamos, en el momento que decidimos caminar con Jesucristo. Los testimonios que manifiestan los cristianos acerca de ese instante varían desde historias profundamente tristes hasta las altamente espirituales; de decisiones tomadas en cuestión de minutos, a aquellas que pasaron por un arduo proceso de auto-cuestionamiento. Algunos habían "tocado fondo”, consumidos por alguna adicción, y llegaron a un estado deplorable espiritualmente antes de entregar sus vidas al Señor. Otros estaban en una búsqueda de propósito y cuentan que una voz interior los guió hasta la iglesia más cercana en un día común y corriente.

Si nos encontrábamos en desasosiego, o llegamos a la conclusión después de mucho análisis que necesitábamos fe, consciente o inconscientemente, aceptamos el desafío cristiano. Las ideas y sentimientos en ese instante, analizando si somos capaces de vivir en rectitud con Dios, son similares a cuando nos inscribimos para una prueba atlética: inquietud, duda, y miedo al dolor. Sin embargo, el simple hecho de aceptar, de tomar una decisión, incita valor y compromiso de parte de ti. Si estás de acuerdo en aceptar el desafío cristiano, sabiendo que exigirá dedicación y fortaleza, solamente esa acción, es motivo de respeto y de admiración.



Jairo Ospina
jairo.ospina@gmail.com




Correr, Competir, y sus Rituales (Parte 3)


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Así como discutimos en las primeras dos partes de este artículo, la relación entre el correr y el competir es bastante obvia. Su entrenamiento personal le permite participar en competencias organizadas; en la medida que su entrenamiento sea mejor, estará en mejor capacidad de competir. De la misma manera, su práctica personal de la espiritualidad le permitirá correr mejor su carrera de la fe. Pero, ¿que tienen que ver los rituales?, ¿cuál es la relación entre los rituales, y el correr y competir?, si es que existe alguna relación.

Rituales

Los rituales son institucionales. Toda disciplina deportiva tiene sus demandas, rutinas, y acondicionamientos característicos. Toda cosa repetitiva es también ritual; algo que se repite a lo largo de un período de tiempo y se hace de la misma manera cada vez para preservar su integridad y asegurar sus resultados. Piense acerca de esto. El correr es entonces, en el sentido estricto de esta definición, ritualista. Usted establece un patrón de respiración, escoge un ritmo cómodo, mueve su pierna izquierda en frente de su pierna derecha, y repite esta rutina una y otra vez hasta que llega a su destino deseado.

Running Ragnar at Sunset through Malibu, CA-1
Corriendo Ragnar durante la puesta del sol en Malibu, CA-1

Recientemente participé en la carrera de relevos de Ragnar, en el área de Los Angeles, California. El lema de Ragnar es: “Correr. Manejar. ¿Dormir? Repetir.” Sin expandirme en los detalles de este evento, lo cual planeo hacer en un artículo posterior, usted puede darse cuenta de la personalidad cíclica de esta carrera, tan cierta, que la incorporaron en el propio eslogan de la organización. El correr y el competir también tienen sus rituales típicos de esta categoría deportiva. Por ejemplo, la rutina de estirase-calentar-correr-reposar-estirarse; el circular alrededor de la pista olímpica para ejercitar la velocidad, alternando la repetición del trote con el pique; o incluso, el ritual de escoger las zapatillas apropiadas.

La fe esta llena de sus propios rituales. Nuestras experiencias de fe son ampliadas, dirigidas, y hasta estimuladas por rituales que han sido institucionalizados por muchos años de práctica y resultados probados. Las escrituras están repletas de ritos y costumbres de las cuáles aún nos valemos hoy para el crecimiento de nuestra fe y para expresar nuestra devoción a Dios y el uno al otro. La adoración, la música, la asistencia a la iglesia, la oración diaria y el estudio de las escrituras, el servicio a los demás, son ejemplos de los ejercicios de nuestra fe. En este dirección, la Biblia nos anima diciendo, “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” LBLA: Filipenses 2:12. Lo cual implica ejercitar con dedicación la salvación que hemos recibido.

Déjenme dejarles una palabra de advertencia; muchas personas asignan una connotación negativa a los rituales, les perciben como algo aburrido, y los tienen como prácticas inefectivas. Sin embargo, los rituales son para nuestra fe lo que las pesas son para nuestro entrenamiento de fuerza. Pueden que a veces nos den la impresión de ser aburridas o inefectivas, pero constituyen la calistenia de una vida espiritual más fuerte, de un rendimiento garantizado, y de una carrera sin lesiones.

Así que renovemos nuestras mentes para hacer lo necesario para fortalecer nuestros músculos espirituales, reconociendo, entendiento, y ejercitando los elementos personales, corporativos, y rituales de nuestra fe sin temor ni vergüenza.





Vladimir Lugo
jvlugo@gmail.com


Correr, Competir, y sus Rituales (Parte 2)


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En la primera parte de este artículo, discutimos la relación que existe entre el correr y nuestra vida espiritual como una vida de disciplina personal. Esta segunda parte explora el competir como la experiencia corporativa de la fe.

Competir

El competir es corporativo. El competir asume que usted corre con otros y no por su propia cuenta. Cada carrera tiene su propia organización, reglas, y propósitos. Tales cosas como la corporación o institución que organiza la carrera, los acuerdos que tienen con las autoridades locales para usar establecimientos públicos, la calendarización del evento y toda la logística, las reglas oficiales que gobiernan el recorrido, la distancia, el seguimiento de los corredores y la seguridad, si el propósito es con fines comerciales, atléticos, o de caridad, y otras consideraciones similares, son todas parte de la naturaleza corporativa de la competencia. Es a través de esta naturaleza corporativa que aprendemos que una maratón son 26.2 millas (ó 42.16 Km) y que hay organizaciones nacionales e internacionales que se encargan de certificar las pistas para la carrera. Incluso las reglas no escritas de comportamiento deportivo le dan a la competencia su carácter corporativo.

El correr es personal, el competir es corporativo, y los rituales son institucionales.La fe es personal en el sentido de que cada corredor corre su propia carrera, descubriendo su propio fin en la vida aún cuando compite. Sin embargo, y particularmente cierto en nuestra sociedad norteamericana con su énfasis individualista, fácilmente nos olvidamos que la fe es corporativa. La fe es corporativa en el sentido de que cada corredor compite en una carrera, de allí el término, la carrera de la fe. Con mucha frecuencia me encuentro con personas que luchan en esta área; "Yo creo en Dios pero no en la iglesia," es un comentario que escucho con cierta regularidad hoy más que nunca. Esto es equivalente a decir "Yo corro mi propia maratón de una milla." La carrera de la fe tiene sus propios factores organizativos, sus propias reglas y comportamientos, y sus propios objetivos corporativos.

Nosotros alentamos a otros en la medida que otros nos alientan en nuestra carrera corporativa de la fe. Este rol dual de ayudador y ayudado preserva nuestro enfoque en correr de tal manera que podamos ser contados entre los ganadores. Sí, queremos ganar por nosotros mismos, pero también deseamos ganar en favor de aquellos que nos siguen y nos seguirán. El entender la naturaleza corporativa de nuestra fe nos ayudará a mantenernos en el carril correcto.




Vladimir Lugo
jvlugo@gmail.com


Correr, Competir, y sus Rituales (Parte 1)


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Fue una fría mañana en el Sur de California; una mañana nublada, húmeda, y brumosa, como cualquier otra en el comienzo del otoño. De veras que no tenía nada de extraordinaria, excepto que ese día me encontraría con un grupo por vez primera para correr la carrera más larga de mi vida. ¡Dos millas! Esas dos millas marcaron el comienzo de mi vida como corredor. Nos reunimos en un parque local; hicimos ejercicios de estiramiento, de calentamiento, y caminamos un poco. Entonces comenzamos a correr. De hecho, la compañía de los demás hizo que el camino se hiciera corto. Y de vuelta en el parque nos estiramos un poco más, nos comimos un refrigerio, y nos despedimos.

El correr es personal, el competir es corporativo, y los rituales son institucionales.Esta rutina habríamos de repetir por varios meses, incrementando las distancias paulatinamente, como parte de nuestra preparación para nuestra primera carrera a nivel competitivo. Esta sucesión del ciclo de nuestro entrenamiento fue la que me hizo comenzar a reflexionar sobre mi tema de esta semana. ¿Es que acaso existe una relación entre el correr, el competir, los rituales, y la religión? Si así fuese, ¿Qué podría enseñarnos acerca de nuestra vida espiritual?

Este artículo de tres partes explora brevemente la relación que existe entre el correr, el competir, los rituales, y la vida espiritual. Comencemos por considerar la relación entre correr y la espiritualidad.

Correr

El Correr es personal. Créalo o no, toda persona saludable tiene las habilidades y recursos necesarios para correr. Si usted puede caminar, entonces puede correr. El correr es barato en este sentido: usted no necesita gastar mucho dinero para adquirir lo que se necesita para correr porque ya lo tiene. De manera que no hay excusas para comenzar a correr, excepto por aquellas que usted mismo se imponga; sólo ponga sus piernas en movimiento sobre el pavimento. El correr también es una práctica personal en el sentido de que le permite descubrir sus propias capacidades. Yo no sabía que podía correr hasta que comencé. Mucho menos sabía que podía correr más rápido, cubrir más distancia, y con más frecuencia, hasta que hice de esto mi meta personal. Más aún, no sabía que podía romper mi récord personal en cuanto a ritmo, velocidad, y distancia, hasta que me esforcé para lograrlo.

El correr provee un sentido profundo de conciencia espiritual. Dios nos ha provisto de todo lo que necesitamos para correr nuestra propia carrera de la fe. Nustra capacidad para encontrar el propósito en la vida, para confiar, y para compartir aquello en lo cual creemos, nos ha sido dada gratuitamente por la gracia de Dios. No tenemos excusas para correr nuestra mejor carrera de la fe, excepto por aquellas que nosotros mismos nos imponemos. En la medida que buscamos nuestro lugar en la vida, confiamos en Dios y en aquellos que nos rodean, y compartimos nuestra fe, descubriremos nuestros propios dones y nuestras propias capacidades espirituales y areas de servicio, aprendiendo con prontitud que podemos hacer la diferencia en el mundo mientras ejercitamos nuestra fe.

[Parte 2] [Parte 3]




Vladimir Lugo
jvlugo@gmail.com


El Competir como Metáfora de la Fe


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Las metáforas tienen el poder de transformar lo mundano y lo trivial en lo inmortal y espiritual. Con esto en mente, de repente se nos hace más claro el hecho de que la religión utilice las metáforas para ejemplificar y dar sentido a las cosas, para expandir y para convencer, para distinguir y para hacer crecer la fe. Las metáforas, sin embargo, no causan ningún efecto en los oyentes a menos que estos sean capaces de conectar con ellas en la intimidad. Solamente cuando nos sumergimos en lo explícito que tenemos al alcance de la mano, somos capaces de movernos a lo implícito que está más allá. Entonces, y sólo entonces, podemos abrazar a plenitud la fe que se esconde en cada metáfora, capturar el espíritu de cada alegoría e internalizar la moraleja de cada historia.

Esta es mi historia. No necesariamente la más interesante y única del mundo, pero ciertamente la única que para mí cuenta; no por su celebridad o porque cuenta con la opinión pública, sino porque es la única que tengo, y la única que puedo compartir con ustedes sin temor a incumplir los derechos de autor. Al contar mi historia, me doy cuenta que he tenido muchos momentos metafóricos en la vida. Algunos de estos pienso compartir primero, mientras que otros me los reservaré hasta que sienta que están listos para reproducir fe en la vida de los demás.

La Carrera de la Fe

Hablando de fe... la fe es una carrera. La fe definida como la búsqueda del propósito y el significado de la vida es una carrera, a lo mejor, la misma carrera de la vida. La fe como confianza básica en Dios y en los demás seres humanos, es una carrera, de hecho, una carrera de obstáculos; al mirar atrás puedo ver lo difícil que ha sido construir relaciones de confianza a través de los retos, desencantos, traiciones, y frustraciones de la vida. La fe como vida devota y afiliación religiosa también es una carrera, en este caso, una carrera de relevos, por cuanto luchamos para preservar las tradiciones y la moralidad, y para transmitirlas de nuestra generación a las generaciones venideras.

Por eso no me sorprende el que el apóstol Pablo escriba con tanta frecuencia acerca de la "carrera de la fe." El escribió a los corintios: "¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan" NVI: 1 Corintios 9:24.

Yo comencé mi carrera de fe personal hace muchos años, cuando tan sólo era un adolescente. Sin embargo, las palabras de Pablo no alcanzaron para mi su significado pleno sino hasta que empecé a correr el año pasado, con motivo de prepararme para mi primera carrera competitiva. Mi entendimiento de esta metáfora tomó una nueva dimensión en la medida que disfrutaba el correr, cada vez con mayor intensidad, a tal punto que me sentí impulsado a compartir mis reflecciones por este medio electrónico.

La Fe en el Correr

Este "blog" está dedicado a encontrar las trazas de fe escondidas en la práctica de correr en la medida que nos entrenamos y participamos en distintas carreras y competencias. Al mismo tiempo, esperamos poder proveer consejos prácticos para ayudarle a prepararse para sus propias competencias, en especial, su propia carrera de la fe. Deseamos, con la colaboración de otros autores, ofrecerle discusiones paralelas sobre la relación que existe entre el correr, el competir, los rituales, y la religión en general, mientras que presentamos sugerencias útiles sobre la participación en distintas competencias, entrenamientos de velocidad y fuerza, hidratación y nutrición, implementos para ejercitarse, y temas similares. De esta manera queremos motivarle a vivir una vida balanceada; una vida de armonía física, psicológica, espiritual, y social.





Vladimir Lugo
jvlugo@gmail.com





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