En la primera parte de este artículo, discutimos la relación que existe entre el correr y nuestra vida espiritual como una vida de disciplina personal. Esta segunda parte explora el competir como la experiencia corporativa de la fe.
Competir
El competir es corporativo. El competir asume que usted corre con otros y no por su propia cuenta. Cada carrera tiene su propia organización, reglas, y propósitos. Tales cosas como la corporación o institución que organiza la carrera, los acuerdos que tienen con las autoridades locales para usar establecimientos públicos, la calendarización del evento y toda la logística, las reglas oficiales que gobiernan el recorrido, la distancia, el seguimiento de los corredores y la seguridad, si el propósito es con fines comerciales, atléticos, o de caridad, y otras consideraciones similares, son todas parte de la naturaleza corporativa de la competencia. Es a través de esta naturaleza corporativa que aprendemos que una maratón son 26.2 millas (ó 42.16 Km) y que hay organizaciones nacionales e internacionales que se encargan de certificar las pistas para la carrera. Incluso las reglas no escritas de comportamiento deportivo le dan a la competencia su carácter corporativo.
La fe es personal en el sentido de que cada corredor corre su propia carrera, descubriendo su propio fin en la vida aún cuando compite. Sin embargo, y particularmente cierto en nuestra sociedad norteamericana con su énfasis individualista, fácilmente nos olvidamos que la fe es corporativa. La fe es corporativa en el sentido de que cada corredor compite en una carrera, de allí el término, la carrera de la fe. Con mucha frecuencia me encuentro con personas que luchan en esta área; "Yo creo en Dios pero no en la iglesia," es un comentario que escucho con cierta regularidad hoy más que nunca. Esto es equivalente a decir "Yo corro mi propia maratón de una milla." La carrera de la fe tiene sus propios factores organizativos, sus propias reglas y comportamientos, y sus propios objetivos corporativos.
Nosotros alentamos a otros en la medida que otros nos alientan en nuestra carrera corporativa de la fe. Este rol dual de ayudador y ayudado preserva nuestro enfoque en correr de tal manera que podamos ser contados entre los ganadores. Sí, queremos ganar por nosotros mismos, pero también deseamos ganar en favor de aquellos que nos siguen y nos seguirán. El entender la naturaleza corporativa de nuestra fe nos ayudará a mantenernos en el carril correcto.
Competir
El competir es corporativo. El competir asume que usted corre con otros y no por su propia cuenta. Cada carrera tiene su propia organización, reglas, y propósitos. Tales cosas como la corporación o institución que organiza la carrera, los acuerdos que tienen con las autoridades locales para usar establecimientos públicos, la calendarización del evento y toda la logística, las reglas oficiales que gobiernan el recorrido, la distancia, el seguimiento de los corredores y la seguridad, si el propósito es con fines comerciales, atléticos, o de caridad, y otras consideraciones similares, son todas parte de la naturaleza corporativa de la competencia. Es a través de esta naturaleza corporativa que aprendemos que una maratón son 26.2 millas (ó 42.16 Km) y que hay organizaciones nacionales e internacionales que se encargan de certificar las pistas para la carrera. Incluso las reglas no escritas de comportamiento deportivo le dan a la competencia su carácter corporativo.
La fe es personal en el sentido de que cada corredor corre su propia carrera, descubriendo su propio fin en la vida aún cuando compite. Sin embargo, y particularmente cierto en nuestra sociedad norteamericana con su énfasis individualista, fácilmente nos olvidamos que la fe es corporativa. La fe es corporativa en el sentido de que cada corredor compite en una carrera, de allí el término, la carrera de la fe. Con mucha frecuencia me encuentro con personas que luchan en esta área; "Yo creo en Dios pero no en la iglesia," es un comentario que escucho con cierta regularidad hoy más que nunca. Esto es equivalente a decir "Yo corro mi propia maratón de una milla." La carrera de la fe tiene sus propios factores organizativos, sus propias reglas y comportamientos, y sus propios objetivos corporativos.
Nosotros alentamos a otros en la medida que otros nos alientan en nuestra carrera corporativa de la fe. Este rol dual de ayudador y ayudado preserva nuestro enfoque en correr de tal manera que podamos ser contados entre los ganadores. Sí, queremos ganar por nosotros mismos, pero también deseamos ganar en favor de aquellos que nos siguen y nos seguirán. El entender la naturaleza corporativa de nuestra fe nos ayudará a mantenernos en el carril correcto.
Vladimir Lugo
jvlugo@gmail.com
1 Comentarios:
queeee??? y donde esta la tercera parte, me quede como cuando a un niño le dan un caramelo pero picado a la mitad, cuando mas interesante se me hacia lo leido me quede a mitad, espero con muchas ansias la tercera parte, by the way, no pense que la fe pudiera ser una carrera corporativa crei que era totalemnte individual, espero el desarrollo del tema y asi aclarar mas mi idea de la fe. Muy bueno.
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