Entrevista con un Atleta Elite (Parte 1)

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No es difícil pensar en los atletas de nivel elite como una especie de superhéroes. Si no fuese porque la práctica del deporte requiere cierta vestimenta para comodidad y velocidad, los atletas elites usarían una capa roja y un traje estilo Superman (pero no todo el atuendo; nunca estuvo de moda usar los interiores, y mucho menos color rojo, encima de los pantalones), cortarían el viento con gracia manteniendo su ritmo de 4 minutos por milla. El superhéroe o atleta también tiene cierta presencia. Los que observamos cuando el superhéroe salva a un bebé de un edificio en llamas, o el momento en que la corredora cruza la meta batiendo su propio record mundial, generalmente quedamos pasmados de admiración.

Así que cuando conocí a Hernán Darío Rubiano, noté que no tenía puesta una capa roja. Es más, vestía una camiseta, shorts y tenis. Estaba vestido como muchos de los mortales visten en el caluroso mes de agosto en el sur de California. Se notaba su físico corpulento debajo de su camisa, pero Hernán era de más baja estatura y más delgado de lo que esperaba ver en un atleta elite (o en un superhéroe). 'Ernie', como lo llaman sus compañeros de entrenamiento en Estados Unidos, es una persona calmada, placentera, y sencilla. Se ríe frecuentemente y con facilidad, y es tímido de la manera que Clark Kent es tímido cuando se sonroja y se esconde detrás de sus lentes gigantescos.

Tuve la oportunidad de conversar y compartir un tiempo con Hernán durante los cortos descansos que le permitía su entrenamiento con triatletas provenientes de todas partes del mundo. Hernán ha participado en numerosas competencias de triatlón en Latinoamérica y los E.E.U.U. El compartió a través de una entrevista informal algunas de sus experiencias dentro y fuera del circuito competitivo, así como también, algo de la filosofía de su vida. La entrevista tuvo lugar justo después de llevármelo a correr 6 millas a mi ritmo. Hernán, por supuesto, no sudó ni una gota. A continuación, hay pasajes de la primera parte de la entrevista que está dividida en tres secciones.


Perfil del Atleta
En el año 2009, Hernán Darío Rubiano ganó medalla de oro en la prueba de triatlón distancia olímpica y medalla de plata en distancia sprint en los Juegos Bolivarianos en Bolivia. Obtuvo el segundo lugar en el campeonato suramericano de triatlón que se llevó a cabo cerca a Medellín, Colombia. Obtuvo el 9º lugar en la categoría elite en la triatlón de Malibú, California, donde participaron atletas a nivel olímpico de los E.E.U.U. Y obtuvo el primer puesto en la triatlón sprint de Playa del Rey, California.


Jairo Ospina: ¿Cómo llegaste al deporte de triatlón? ¿Cómo empezó todo?

Hernan Rubiano: Desde mi niñez, mi mamá nos mantenía a mi hermano y a mi activos físicamente. Creo que eso nos enseñó disciplina. Comencé tomando clases de natación, y después de corto tiempo, conocí a un entrenador que me ayudó a mejorar en la natación durante mis años de bachillerato. Mi entrenador también practicaba el ciclo-montañismo, lo que me interesó y practiqué ese deporte por dos años. Durante un curso de natación, me uní a un grupo de triatletas de nivel universitario. Cuando dejaron de entrenar como grupo, me uní a un club de triatletas con más experiencia y nunca dejé de practicar el deporte. Eso fue hace 8 años.

JO: ¿Cómo se compara el nivel competitivo de los atletas latinoamericanos con el de atletas americanos o europeos?

HR: Es mucho mas difícil practicar el deporte en Latinoamérica, en parte porque el patrocinio no es tan estable como lo es para otros deportes. Hay muchos triatletas que están a nivel internacional, pero el deporte tiene menos seguidores y fanáticos. El triatlón es simplemente un deporte más popular en los Estados Unidos y en Europa.


Punto de Equilibrio (Parte 2)

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Los pasos a continuación explican el proceso mediante el cual yo pude retomar mi punto de equilibrio personal:

PASO 1: Convénzase
Su propósito en la vida no estará completo si usted no cuida de su cuerpo. Para correr la carrera de la fe es necesario que preserve su cuerpo en la mejor condición física posible, de tal manera que no solo esté en la capacidad de correr su mejor carrera, sino que también pueda animar a otros en su progreso. NVI: Filipenses 1:24-25 dice: “pero por el bien de ustedes es preferible que yo permanezca en este mundo. Convencido de esto, sé que permaneceré y continuaré con todos ustedes para contribuir a su jubiloso avance en la fe.”

Aunque parezca extraño, el concepto de entropía me ayudó a entender mi condición y me motivó a tomar acciones. Nada cambia sin esfuerzo. No podía pretender que aquello que tomó años en desmejorar se podía arreglar de la noche a la mañana. Esos comerciales que prometen ayudarle a ponerse en forma “sin dietas, sin ejercicios, sin esfuerzo” violan la segunda ley de la termodinámica y por lo tanto, son físicamente imposibles.


PASO 2: Descanse
Su propósito en la vida no llegará a su realización plena si usted siempre está cansado. No me había percatado de la conexión entre descansar y correr la carrera de la fe hasta que leí Proverbios 3:23-24: “Podrás recorrer tranquilo tu camino, y tus pies no tropezarán. Al acostarte, no tendrás temor alguno; te acostarás y dormirás tranquilo.” Ciertamente, cuando dormimos bien por la noche, tenemos piernas fuertes que nos protegen de tropezar, aparte de que también tenemos una mente clara que nos permite enfocarnos; y cuando tenemos una carrera enérgica, y un día productivo de competencia, tendremos además dulces sueños, cerrando el ciclo de esta manera.
Nuevos estudios médicos1 han demostrado que la falta de sueño está relacionada al sobrepeso. Me tomó todo un año recuperar el hábito de dormir cada noche. Antes de ese año, el haber regresado a una rutina de ejercicio no hizo gran diferencia para controlar mi peso. No fue sino hasta que comencé a dormir profunda y regularmente que empecé a notar la mejoría.


PASO 3: Organícese
Su propósito en la vida no se hará realidad si usted no hace buen uso de su tiempo. Tuve que sobreponerme a la excusa común del flojo: “Es que no tengo tiempo.” Descubrí que realmente tenemos tiempo para casi todas las cosas que nos proponemos hacer; solamente necesitamos organizar nuestras prioridades. He aquí un principio para que organicemos nuestras prioridades: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo” (RVR60: Lucas 6:38).

Muchas veces somos mezquinos con nosotros mismos. Cuando yo comencé a darle tiempo a mi cuerpo con un programa de ejercicio, me empecé a sentir más enérgico para el resto de mis actividades diarias. Cuando comencé a hacer la pausa para comer de acuerdo a un horario, aunque no tuviera hambre, empecé a sentirme más satisfecho y pude controlar mejor mi apetito. Cuando dediqué más tiempo para la oración, pude lograr muchas más cosas en el mismo período de tiempo.

PASO 4: Nútrase
Su propósito en la vida se verá afectado si usted no se alimenta de aquello que realmente le nutre. A mí me gusta completar LBLA: Deuteronomio 8:3 de la siguiente manera: “el hombre no sólo vive de pan…” sino también del agua, hierbas, frutas, vegetales, nueces, semillas, frijoles, lácteos y otras fuentes buenas de proteína. Coma estos alimentos regularmente y divídalos en cinco o seis porciones pequeñas durante el día. Nunca llegue a estar hambriento. Si tiene hambre, ya es demasiado tarde.2
El pasaje continua diciendo, “…sino que vive de todo lo que procede de la boca del SEÑOR.” No olvide nutrir su relación con Dios. Aliméntese de la fe, la esperanza, el amor, la gracia y la justicia. Aliméntese además del apoyo que otros le dan durante su carrera.


PASO 5: Muévase
Su propósito en la vida no andará si usted no lo echa a andar. Comience un programa de ejercicios y apéguese al mismo hasta que lo aprenda bien. Puede comenzar por caminar, por ejemplo, luego alterne el caminar y el correr en intervalos de 3:1 minutos, entonces incremente el tiempo de correr hasta que pueda correr continuamente por un par de millas antes de incrementar la distancia progresivamente.

Recuerde que el ejercicio físico no lo es todo. Es por eso que he compartido cinco pasos que integran el espíritu, la mente y el cuerpo. LBLS: 1 Timoteo 4:8 declara: “Es verdad que el ejercicio físico ayuda a que todo el cuerpo esté sano. Pero esforzarse en confiar cada vez más en Dios es mucho mejor, porque nos hace bien aquí en la tierra y también cuando vivamos en el cielo.”

Ya han pasado un par de años desde que inicié mi transformación. En el proceso, perdí 67 libras (30 kilos) y mudé la ropa de talla 40 a talla 31. Competí en dos carreras este año. No he usado medicamentos para las alergias en los dos años que han transcurrido y no he tenido un episodio de asma desde entonces. Mis dolores de espalda están bajo control. También comencé a escribir en este blog con mi amigo y compañero de carreras.

[1] Vea por ejemplo un artículo publicado por la revista electrónica Sólo Ciencia sobre “Insomnio y Sobrepeso.”
[2] Si desea información detallada sobre un programa de alimentación y ejercicios que le permita bajar de peso y sentirse mejor, por favor no dude en escribirnos.




Vladimir Lugo
vlugo@race-of-faith.com

Punto de Equilibrio (Parte 1)

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Nuestra tendencia natural es la de dar por hecho que nuestros cuerpos son perdurables. Somos negligentes con ellos. Les abusamos. Les hambreamos de la nutrición necesaria. Les negamos su derecho a descansar. Les forzamos al estrés insano de nuestras rutinas frenéticas. Al hacer esto, les creamos desbalances internos, muchos de los cuales, ni siquiera alcanzamos a notar antes de que sea demasiado tarde. Aún así, actuamos sorprendidos cuando nos enfermamos, cuando nos damos cuenta de esos kilos de más en la pesa, o cuando nos quedamos sin aliento al subir veinte escalones.

De la misma manera en la cual nuestros cuerpos se deterioran sin el cuidado apropiado, así también se fortalecen, se ponen en forma, ajustan el talle y se relajan, cuando aprendemos las opciones saludables – y las escogemos – acerca de cómo lidiamos con nuestras actividades diarias y nuestro descanso, qué y cuán frecuentemente comemos, y cuán a menudo nos ejercitamos.

Esto lo sé por experiencia propia. Me acostumbré a comer alimentos grasosos en restaurantes de comida rápida y muchos dulces cargados de carbohidratos vacíos. Me estresé mucho mientras sacaba el posgrado, trabajando a tiempo parcial en dos empleos y atendiendo las necesidades de mi familia. Dormía un día sí y un día no, y por supuesto, el hacer ejercicios pasó al último puesto en mi lista de prioridades. Me dirigía a una debacle garantizada.

En medio de todo esto, mi cuerpo se mantuvo fuerte y soportó mis malas decisiones. Ni siquiera me atrevo a pensar lo que me hubiese sucedido de no haber sido así. Sin embargo en el proceso gané 62 libras (28 kilos). Los dolores permanentes de espalda, las alergias continuas durante todo el año, y los episodios comunes de asma se convirtieron en mi estado normal. Estaba totalmente fuera de control. Algo tenía que cambiar; el problema es que no sabía por dónde comenzar.

La segunda ley de la termodinámica establece que la entropía nunca disminuye. En otras palabras, la medida de desorden en un sistema tiende espontánea e indefinidamente a aumentar. La única manera en la cual un sistema se mantiene en un estado deseable de equilibrio es añadiéndole energía, y la única manera en la cual un sistema puede mejorar es invirtiéndole aún más energía. De cualquier otra forma, el sistema se degradará hasta colapsar. Por ejemplo, un carro se mueve por la combustión de gasolina, pero si quiere que vaya más rápido o más lejos, necesita más gasolina; si no llena el tanque, eventualmente se detendrá; y si llena el tanque con el combustible incorrecto, fundirá el motor.

Nuestros cuerpos son máquinas de diseño termodinámico. Por lo tanto, la única manera en la cual usted puede cambiar su vida y retomar el auto-control es aplicando suficiente esfuerzo, lo cual implica, voluntad, dedicación, compromiso, perseverancia, disciplina y muchas repeticiones de los pasos que sugiero en la segunda parte de este artículo.

Por ahora quiero cerrar con los siguientes pensamientos:

  1. Necesita asegurarse de que sus esfuerzos causen cambios permanentes en su estilo de vida. Al hacer esto, se asegurará que mantendrá su punto de equilibrio a pesar de las circunstancias que le rodeen.
  2. Necesita sobreponerse a la culpa. Repítase a sí mismo, “La culpa es cosa del pasado.” Cuando falle en el ejercicio de su plan, sacúdase el polvo de la culpabilidad de sus hombros y comience nuevamente. Verá que vale la pena y que funciona.

“…yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios…” (RVR60: Filipenses 3:13-14)




Vladimir Lugo
vlugo@race-of-faith.com





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