Si la Sal se Desvaneciera

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Hace poco miré un programa de televisión acerca de la sal. Este programa explora algunos de los 14,000 usos conocidos, antiguos y modernos, de este mineral.[1] El tema me tiene atrapado por las muchas oportunidades que esto representa para explorar la metáfora de Jesús, cuando dijo:

“Vosotros sois la sal de la tierra;
pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?
No sirve más para nada,
sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.”[2]

Usted y yo somos la Sal de la Tierra. Esto lo exploramos en nuestro artículo anterior. Ahora me gustaría explorar qué significa que la sal se desvanezca.

 La palabra “desvanecer” se deriva del verbo griego μωραίνω (mórainó), el cual significa literalmente desabrir, inutilizar, contaminar, e incluso, atontar – sí, de la raíz griega de esta palabra, μωρός (mōrós), se deriva la palabra morón.

¿Qué significa entonces que la sal se desvanece? ¿Bajo qué condiciones la sal de un atleta se anula? ¿Cómo podemos perder nuestras propiedades? ¿Cómo disipar la esencia de quienes somos en nuestra carrera de la fe? La sal común, por cierto, no pierde sus cualidades con facilidad y no se degrada de forma natural. Pero existen otras sales minerales que nuestro cuerpo necesita en el ejercicio de sus funciones metabólicas que sí se pueden desvanecer por dilución, por descomposición, y por devaluación.

Si la Sal se Desabriera
Cabe notar que la mayoría de las traducciones al español de este pasaje se enfocan con cierta exclusividad en uno de los usos de la sal, el de sazonar. Las frases más comunes son: “si la sal se ha vuelto insípida,” o “deja de estar salada,” o “haya perdido su sabor.”

Usted y yo debemos darle sabor a la vida. Bendecir a nuestra tierra y a los hombres y mujeres con quienes convivimos. Ofrecerles razones para vivir, para soñar y para servir. Dosificar la paz, gozo, amor, bondad y, como decimos los latinos, ¡Sabor! No podemos permitirnos perder estas capacidades. Si perdemos la sazón nos hacemos inútiles, y entonces seremos excluidos de nuestros círculos de influencia y avergonzados públicamente.

Si la Sal se Diluyera
Cuando sudamos disminuye la concentración de sal en el cuerpo. Si a esto le sumamos el impulso natural de tomar grandes cantidades de agua por temor a la deshidratación, el resultado pudiese desencadenar consecuencias peligrosos. El enemigo del atleta de fondo no es la deshidratación sino, todo lo contrario. Es una condición que se conoce médicamente como hiponatremia, o intoxicación por agua. Es decir, el exceso de agua diluye las sales a tal nivel que puede provocar calambres, la disfunción nerviosa, inducir el coma y hasta causar la muerte.[3]

Usted y yo no debemos diluirnos. Nos diluimos cuando callamos ante la injusticia, participamos de conversaciones necias u omitimos el dolor y la necesidad ajena. Nos disolvemos cuando torcemos la información para beneficio propio, calumniamos al vecino y criticamos a los demás cristianos. Debemos reflejar una moralidad más elevada. Debemos correr nuestra carrera de la fe hasta que la gente en nuestro entorno lo note y les parezca extraño, como dijera San Pedro (1 Pedro 4:4 RVR60):

“A éstos les parece cosa extraña 
que vosotros no corráis con ellos
en el mismo desenfreno de disolución.”

Si la Sal de Descompusiera
Las sales son compuestos químicos. La sal común es cloruro de sodio. Como su nombre lo indica, es la combinación de cloro y sodio. La descomposición implicaría separar estos elementos, lo cual es posible por medio de una corriente eléctrica. El cloro se separa en un gas amarrillo verdoso sumamente sofocante y venenoso, mientras que el sodio se separa como un metal ligero, el cual explotaría al primer contacto con el agua.

Usted y yo no debemos descomponernos. Nos descomponemos cuando fomentamos la desunión, estimulamos las rencillas y guardamos raíces de amargura. Nos contaminamos con nuestras actitudes explosivas, nos hacemos venenosos con nuestras disensiones, y sofocamos a los demás con nuestra religiosidad extrema. Debemos vivir en la gracia que Dios nos concede y conceder la gracia que permite a otros vivir. Que nuestro estilo de vida represente nuestro mensaje, el mensaje de la cruz manifiesto en nuestro estilo de vida.

Si la Sal se Devaluara
La sal tenía tanto valor en la antigüedad que se utilizaba como instrumento monetario. Se dice que al soldado o al atleta se le pagaba con sal el equivalente a su jornada, es decir, se le daba su sal-ario.[4] La parábola de Jesús implicaría, en términos modernos, la estupidez que sería recibir el salario en papel-moneda, por ejemplo, y cortarle un trozo donde se muestre el valor o el número de serie, borrarle la tinta o alterarlo químicamente para que quedase inservible, o prenderle fuego.

Usted y yo no debemos devaluarnos. Nos devaluamos cuando no tomamos nuestro lugar de liderazgo espiritual en nuestros hogares, nos salimos de la conversación donde se discuten asuntos morales de la sociedad o ignoramos los procederes poco éticos de la empresa para la cual trabajamos. Cada vez que accionamos de esta manera nos hacemos inútiles. Jesús implicó que esto es tan estúpido como quemar el dinero. El valor que usted y yo aportamos es la sal vación. Y el mundo sin salvación, es un mundo disfuncional, nervioso, al punto de coma, o peor aún, cerca de la muerte espiritual.





NOTES:
[1] How Stuff Works: Food and Beverage: Salt; Temporada 1; Discovery Channel; January 29, 2009.
[2] Citado de Mateo 5:13 RVR60. La referencia también aparece en Marcos 9:50 y Lucas 14:34-35.
[3] Burfoot, Amby, Drink to your Health, Runner’s World; accedido por última vez, 30 de octubre de 2012.
[4] Salario, Wikipedia; accedido por última vez, 30 de octubre de 2012.





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