El cuerpo humano es una máquina extraordinaria de auto-renovación. Ha sido diseñada por Dios para restaurarse a sí mismo de forma tan eficiente que es casi imperceptible. Cada segundo, 10.000.000 de células mueren y son canjeadas por células nuevas, y mediante este proceso, cien cabellos son sustituidos cada día, nuestra piel es totalmente rejuvenecida cada mes, nuestra estructura ósea es remplazada completamente cada tres meses, y hasta nuestras uñas crecen de la base a la punta cada seis meses.
Las capacidades regenerativas de nuestros cuerpos son un poco más evidentes durante el ejercicio físico. Cuando corremos, nuestros cuerpos atraviesan varias etapas de cansancio y restauración:- Del reposo al modo aeróbico
- Del modo aeróbico a su marca personal
- De su marca personal al “muro”
Alcanzando el modo aeróbico
Primero, usted experimenta la fatiga inicial que ocasiona el llevar su cuerpo de un estado de reposo al modo aeróbico, cuando su ritmo cardíaco se incrementa y su respiración se acelera. La mayoría de los corredores inexpertos se detendrán en esta primera etapa, cansados, y sin haberles permitido a sus cuerpos adaptarse y proveerles de las fuerzas necesarias para emprender una carrera más larga.
La paciencia es la clave para sobreponerse a esta primera etapa de fatiga.
Alcanzando su marca personal
Cuan larga será su carrera dependerá de cuán lejos usted haya entrenado. Usted se sentirá de nuevo cansado al punto de querer renunciar cuando alcance el mayor número de kilómetros que haya corrido anteriormente, o lo que a mí me gusta llamar, su marca personal. Su cuerpo necesita reajustar su marca personal. Para lograr esto, usted debe comenzar con una distancia pequeña, digamos de dos a tres kilómetros, y continuar sumando kilómetros a su entrenamiento paulatinamente.
La perseverancia es la clave para romper su marca personal y mover la segunda etapa de fatiga cada vez un poco más lejos.
Alcanzando “el muro”
No importa cuán lejos usted reajuste su marca personal, las condiciones de ejercicio continuado le llevarán al tercer punto de fatiga extrema, el cual se conoce entre los corredores como “el muro,” normalmente alrededor del kilómetro 30. Durante el modo aeróbico, su cuerpo producirá la energía necesaria en forma de glucosa primordialmente de los carbohidratos. Cuando las reservas de carbohidratos se agotan del todo, su cuerpo se readapta para producir glucosa usando sus reservas de grasa. Este proceso es mucho más lento que el de quemar carbohidratos, haciendo que los niveles de energía caigan rápidamente por un lapso de tiempo mientras que su cuerpo hace el cambio de carbohidratos a grasas; pero el contenido energético de las grasas le pueden llevar muchísimo más lejos que el de los carbohidratos.
El propósito es la clave para vencer el muro y cambiar las fuentes de energía hasta que llegue a la meta final.
Correr y no cansarse es físicamente imposible, y aún así, nuestros cuerpos responden con una fortaleza que nos sorprende a la vez que nos capacita. De la misma manera, el esperar con paciencia, el renovarnos con perseverancia, y el remontarnos con propósitos claros, proveen a nuestra carrera de la fe de una fuerza asombrosa. La Biblia lo declara de la siguiente manera:
“pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”
(RVR60: Isaías 40:31)
Si usted se siente que está golpeando su muro, débil en el espíritu, estancado en sus logros, incapaz para el servicio, o sobrecogido por los sufrimientos, recuerde que usted aún puede cambiar su fuente de energía para correr los kilómetros extras que le faltan y llegar a la meta. Dios es perpetuo. El no se fatiga ni está cansado. Sus fuerzas no se acaban ni se vacían. Sus reservas no tienen final; sus recursos son inagotables. En él no hay deficiencia ni deterioro. Su poder nunca se debilita.
Cambie sus fuentes energéticas: espere en Dios, persevere en la carrera de la fe, corra con propósito, y verá la diferencia.