Una Carrera Justa

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El domingo 7 de noviembre del 2010, el minero chileno Edison Peña completó la maratón ING de la Ciudad de Nueva York en 5 horas 40 minutos y 51 segundos. Peña, de 34 años, fue uno de los 33 mineros atrapados por 69 días en una mina de oro y cobre ubicada en el desierto de Atacama. Él corrió entre 3 a 6 millas por túneles a 2,000 pies de profundidad, usando sus botas de minero cortadas a los tobillos, con temperaturas de hasta 90° Fahrenheit. Corrió además amarrado a un trineo de rocas para incrementar el nivel de dificultad de su entrenamiento. El periodismo mundial ha circulado su historia tan conmovedora. Para Peña, su participación en esta maratón ha sido más que una meta admirable; más que una carrera. Él corrió por su vida; una vida que ni siquiera el mundo estaba seguro existía durante los primeros 17 días de encierro subterráneo. Como él, todos participamos en una carrera. Es la carrera por nuestras vidas, y la carrera de nuestras vidas. Es también la carrera de la fe.

“Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.”
(NVI: Filipenses 3:13-14).

En mi artículo anterior, Un Árbitro Justo, me referí a este mismo pasaje de Filipenses para señalar las cualidades de nuestra carrera desde la perspectiva de las autoridades reguladoras. El ganador de la carrera es determinado por la decisión de los réferis y el comité organizador. Tomemos ahora un momento para reflexionar acerca de las cualidades de la carrera misma, reconociendo que la nuestra no es sólo una carrera, también es una carrera justa.

Sin Pretensiones
Note las palabras: “no pienso que yo mismo lo haya logrado ya.” No debemos ser pretensiosos de haber alcanzado la perfección, haber completado nuestra carrera, o haber cumplido con todo aquello que se espera de nosotros. En versos anteriores, Pablo nos da una lista de cosas de las cuales el pudiera haber estado orgulloso pero no que no dejó se le subieran a la cabeza: la religión, etnicidad, nombre familiar, alcurnia, educación, profesión, o moralidad. De hecho, él consideró estas cosas como pérdida, y aún basura, al compararlas con el nivel de perfección – o sea, de obra completada, crecimiento, estado mental, y estatura moral – que solamente se halla en Cristo.

Si queremos verdaderamente correr una carrera justa, no deberíamos gloriarnos del éxito que no hemos alcanzado. No deberíamos ostentar de las cosas que no hemos adquirido cabalmente; incluyendo aquellas por las cuales todavía estamos pagando cuotas. No deberíamos hacer pompas por la persona quien aún no hemos llegado a ser, o pretender ser alguien quien no somos.

Sin Pasado
Una cosa que noté en una maratón reciente de vuelta completa es que tan pronto como el último grupo de corredores partió, los obreros de la carrera rotaron la estructura puesta para marcar la línea de Partida y la convirtieron en la línea de Llegada. Probablemente les tomó menos de cinco minutos. Esto me enseñó una gran lección: La línea de partida se había esfumado y solo quedaba la línea final. Una vez comienzas tu carrera – y tu ya has comenzado la tuya – tu comienzo es el punto de no retorno. El pasado, pasado es. ¡Si tan sólo pudiésemos aprender esta lección! He conocido a muchas personas quienes viven en el pasado. No han podido superar sus fallas, o sus sentimientos de amargura enterrados, o sus nostalgias por los tiempos que no volverán. Algunos están estancados en sus éxitos viejos, como si estos fuesen anclas en vez de remos.

Pablo lo puso de esta manera: “Olvidando lo que queda atrás.” Si queremos correr una carrera justa, deberíamos desprendernos de nuestros errores y pecados previos. No deberíamos paralizarnos ante nuestros temores viejos. No deberíamos alimentarnos de nuestras glorias y gracias pasadas. Por esta razón, “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades” (NVI: Lamentaciones 3:22-23b).

Con Proyección
Aquí hay un cambio notable en esta lista de “Sins” y “Cons.” Note cómo los “Sins” corresponden a cosas del espíritu. Los próximos dos “Cons” son acciones que te llevarán adelante. La lección es la siguiente: Cuando ordenas tu actitud puedes ordenar tus acciones. Algunas personas quieren correr sus respectivas carreras cargando peso extra en el trineo de sus actitudes. Esta puede que sea una buena técnica para entrenar pero ciertamente no para competir. El ordenar tu mente te permitirá deslizarte, ahora es tiempo de tomar tus hélices y moverte hacia adelante; en otras palabras, ponte de pie y corre; deja de pensar en el asunto y hazlo. Peña dijo: “Yo lucho conmigo mismo. Luché contra mi propio dolor, pero llegué a la meta final. Quiero motivar a los demás para que encuentren el aliento y la fuerza para transcender su propio dolor.”[1]

Si queremos correr una carrera justa, deberíamos honrar el premio que tenemos servido delante de nosotros – el premio del supremo llamamiento de Dios. Deberíamos respetar la revelación que hemos recibido. Deberíamos mantener esas cualidades y habilidades las cuales ya hemos alcanzado y el carácter que ya hemos formado. Deberíamos esforzarnos “por alcanzar lo que está delante.”

Con Perseverancia
Otra gran lección aprendida en una maratón: no existen los atajos. Cuando corres, llevas puesto un chip en tu zapato para que los árbitros puedan asegurarse de que cruzaste los puntos más lejanos de la ruta. Pablo sabía esto cuando escribió: “sigo avanzando hacia la meta.” La palabra griega para meta es scopos, la cual significa literalmente, un hito o piedra para marcar el camino, tal cual como en una carrera. También significa vigilante, alguien que se está asegurando de que cruces los puntos más lejanos de tu carrera. Y alguien está vigilante. En una entrevista reportada por el periódico Crónica de San Francisco, Edison Peña dijo “yo quería comunicarme con Dios para decirle lo mucho que deseo vivir. Yo quería que Él fuese un participante activo en mi salvación. También quería desesperadamente vencer la mina; quería demostrarle a la mina que ella se cansaría de mi.”[2] Tú mantén esta misma actitud y de seguro Dios oirá.

Cuando era niño, recuerdo que jugábamos un juego para encontrar los scopos en el camino cada vez que íbamos en un viaje largo de carretera. Mientras más hallábamos, más puntos acumulábamos para ganar. Ahora que soy adulto he aprendido que esto mismo es verdad; que el acumular puntos es la esencia de la perseverancia. Si queremos correr una carrera justa, deberíamos establecer metas alcanzables y esforzarnos para llegar a ellas. A alguien oí decir una vez, “No hay metas imposibles, sólo incapaces.” Deberíamos persistir para alcanzar la madurez. Deberíamos perseverar para convertirnos en la persona que necesitamos llegar a ser.

[1] “Minero Chileno Edison Peña se Sobrepone a la Maratón de NY,” Traducido del inglés, San Francisco Chronicle [http://www.sfgate.com/cgi-bin/blogs/hottopics/detail?entry_id=76565] Accedido por última vez el 8 de noviembre del 2010.
[2] Ibid.




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