Cuerpo de Corredor

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Un amigo, quien es un atleta de triatlón muy experimentado, recientemente me dijo: “¡Vladimir, ya tienes cuerpo de corredor!” Además de que su comentario levantó mi ego también despertó mi curiosidad. ¿Cuál es el aspecto de un cuerpo de corredor? Ciertamente, nuestros cuerpos se amoldan a la disciplina que practicamos, pero, ¿qué cosas hacen esto posible? ¿Cuáles son las operaciones internas de adaptación? ¿Cómo se transforman nuestros cuerpos?

Cubierta del libro The Runner's BodyMi curiosidad en este caso, como en muchos otros, me llevó a hacer un poco de investigación. Como resultado, encontré este excelente libro publicado por Publicaciones Rodale precisamente intitulado Cuerpo de Corredor (The Runner's Body, en inglés). El libro explica cómo cada uno de los cinco sistemas funcionales distintivos del cuerpo – músculoesqueletal, cardiorespiratorio, metabólico, nervioso, e inmunológico – “cooperan un una danza exquisitamente coreografiada de interacción química, eléctrica, y magnética.” El libro provee muchas sugerencias para mejorar su resistencia, rendimiento y rapidez, basadas en la premisa de que todos estos sistemas trabajan en cooperación, orquestación unísona e interacción saludable.

Mientras leía, no podía dejar de pensar en la metáfora que Pablo utilizó en su primera carta a la iglesia en Corinto, donde escribió:


“De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo”
(NVI: 1 Corintios 12:12, 27).

El cuerpo de creyentes es un solo cuerpo pero no es sólo un cuerpo. Es un cuerpo de corredor. Es un cuerpo en movimiento. Es el cuerpo que ejercita las buenas obras y que fortalece el carácter. Es el cuerpo que compite en la carrera de la fe. Es el cuerpo que lleva la batuta de las buenas nuevas, y que lleva corriendo más de dos mil años. Es un cuerpo diseñado para correr en la cooperación, orquestación unísona e interacción saludable de todos sus miembros.

El ojo no puede decirle a la mano, “¡Correré por cuenta propia!” Si el ojo llora por cuenta propia puede ser a causa de una condición conocida como dacriocistitis, o infección del saco lacrimal. Y la nariz no le puede decir al pecho, “¡Correré en contra de tu voluntad!” Ninguna carrera humana se gana por una nariz; ¿acaso no has notado que el ganador rompe la cinta de la meta con el pecho y no con la nariz en un esfuerzo de todo el cuerpo? Una nariz que gotea involuntariamente sufre de rinorrea, uno de los síntomas de la gripe común del cual todos estamos bien familiarizados, especialmente durante la temporada de influenza. Y el oído no le puede decir a los pies, “¡Zumbaré más que ustedes!” El zumbido en el oído es otra condición conocida como tinnitus, la cual se relaciona con la sordera. Y el intestino no le puede decir a la cabeza, “¡Voy a correr la maratón de Boston con propulsión a chorro!” Un intestino a chorro... bueno, es una cosa muy desagradable.

Con suerte me hago entender. Nuestro énfasis en la auto-suficiencia, auto-dependencia y auto-ayuda es enfermizo, infeccioso e incluso repugnante. Es una “condición” anormal, y como tal, necesita una cura. Requiere tratamiento especial, medicamentos, descanso, y tiempo de recuperación. Si tu deseo es el de permanecer, perseverar y pervivir en tu carrera de la fe, entonces necesitas hacer lo que aparece a continuación para evitar el desmayo, el desánimo y la descalificación:


Reconoce
…que necesitamos a otros. No podemos crecer en perdón, aceptación, propósito, integridad y reputación sin la ayuda de los demás.

Recupérate
…de tus lesiones. No podemos dejar que nuestras heridas viejas nos hagan perder nuestras carreras nuevas.

Restaura
…las relaciones rotas. No podemos impedir que otros cumplan sus sueños dados por Dios y culpar sus éxitos por nuestros fracasos.

Reconecta
…con la congregación local. No podemos negar al cuerpo de corredor que utilice nuestros pies, nuestras manos, nuestras cabezas o, dado el caso… nuestros intestinos.


“Debemos recordar que a pesar de que organizamos el cuerpo en partes, estas partes individuales siempre funcionan al unísono y se excluyen mutuamente – esto significa que si una de ellas se afecta, el cuerpo puede soportarlo por un poco de tiempo pero eventualmente no sobrevivirá.” – The Runner's Body

Una parte el cuerpo que corre independientemente es una anomalía, pero el cuerpo de corredor es asombroso.




Vladimir Lugo
vlugo@race-of-faith.com

Necesitamos a Otros

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El ciclista originario de los Países Bajos había tomado una ventaja de más de 20 minutos sobre el pelotón. Un grupo de ciclistas más pequeño lo seguía de cerca, pero aún en un descenso técnico por una carretera montañosa que los llevaba a Córdoba en un rítmico pedaleo, parecía imparable con solo unos kilómetros hasta la meta final.

Ese ciclista es Lars Boom e hizo noticia cuando ganó la etapa número 15 de la Vuelta a España, considerada uno de los eventos ciclísticos más difíciles del mundo. Mientras veía la etapa en diferido en televisión hace unas semanas, el comentarista hizo el siguiente anuncio: "…ni uno solo de los ciclistas que ha ganado una etapa en la Vuelta de este año está entre los diez primeros en la clasificación general…" ¿Qué nos dice eso acerca de tener éxito en un deporte que pone tanto énfasis en los logros del individuo?

Estamos acostumbrados a escuchar acerca de los triunfos personales de los atletas en todos los deportes. La historia de la persona ultra exitosa que se “hace sola” ha permeado el deporte y la cultura popular desde sus comienzos. Los medios de comunicación se enfocan con frecuencia en el talento individual, inclusive cuando el tema es un deporte de equipo como el ciclismo de ruta.

Muchos atletas hoy en día son egocéntricos, elevando el concepto de “no necesito a nadie” que se refleja en otros ámbitos de nuestra sociedad [aunque claramente ese es un tema para otro artículo]. Cuando un atleta con renombre triunfa continua y contundentemente, el caso de Lance Armstrong o Michael Phelps, quizás escuchemos su historia en una entrevista de algún programa investigativo de televisión donde el atleta aparece dándole gracias a mamá, hermano o entrenador por estar siempre con ellos y convertirse en su inspiración para triunfar en el deporte.

“El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre.” NVI: Proverbios 27:17

En pocas oportunidades escuchamos de los famosos mencionar a la persona que los convenció a formar parte de su primer club de atletismo; o de sus modelos (sean otros atletas o no), o de los compañeros de entrenamiento que han contribuido para que ellos lleguen a la cima en su disciplina deportiva. El talento y deseo de victoria son sin lugar dudas elementos importantes del deporte. Pero el atleta no puede crecer en carácter, madurar en el deporte, o entrenar con la misma efectividad sin la ayuda de otros. Desde nuestra juventud se nos han hecho creer que es el talento, actitud positiva, trabajo duro, genes o una combinación de esos elementos los que nos llevan a la cúspide. Pero esa no es toda la verdad.

Estamos hechos para crecer en nuestro carácter y fuerza a través de lo que otros nos enseñan, aquello que se nos modela, y con la guía que solo puede ser provista a través de otros. Dios también usa a otras personas para momentos en los que necesitamos recuperarnos de fracasos. La Biblia está llena de ejemplos de atletas espirituales que crecieron en carácter, maduraron y completaron su recorrido con la ayuda de otros: Moisés y Josué; Elías y Eliseo; David y Jonatán.

“Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.” NVI: Santiago 5:16

Lars Boom terminó en el puesto número 55 en la clasificación general de la Vuelta. Mientras que puede haber varias razones para explicar el puesto que ocupó – quizás es más un corredor de sprint, o entregó todo su esfuerzo por la gloria de un día en el podio de los ganadores – el punto es que Lars no pudo haber ganado esa etapa sin la ayuda de sus compañeros. Y si fuese un corredor con la misma madurez de Lance Armstrong o Alberto Contador, comprendería muy bien que tiene pocas esperanzas de completar el recorrido sin la ayuda de otros.




Jairo Ospina
jairo.ospina@gmail.com






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