El corazón de un adulto late aproximadamente 70 veces por minuto. Para poner en perspectiva cuanto trabaja este órgano sin descanso, cuando cumpla la edad de 72 años, su corazón habrá latido más de 2.6 billones de veces. El corazón es sin lugar a dudas uno de los órganos más importantes del cuerpo humano y juega un papel vital en la práctica de muchos deportes. No es coincidencia entonces que las empresas que manufacturan instrumentos de precisión y equipo deportivo hayan lanzado al mercado gran variedad de monitores de ritmo cardiaco (MRC) o pulsímetros para ayudar a los atletas a alcanzar sus metas.
El principal propósito de un MRC es el de asegurar que usted entrene a un nivel de intensidad adecuado. El uso de un MRC implica, primero, obtener su frecuencia cardiaca máxima, y segundo, el observar sus “zonas de entrenamiento”, o el porcentaje de su frecuencia cardiaca máxima que usted puede mantener por un determinado periodo de tiempo. Al observar sus zonas de entrenamiento, evite (1) entrenar con demasiada intensidad y llegar al punto de agotamiento con mucha rapidez; y (2) entrenar con una intensidad muy baja y que su corazón no alcance su potencial. Por ejemplo, si quiere alcanzar un buen estado físico, usted necesita mantener la mayor parte de su entrenamiento en el orden del 60% al 80% de su frecuencia cardiaca máxima.*
Igualmente interesante es que su frecuencia cardiaca revela su condición física. En la medida en que su estado físico mejora, será capaz de mantener un ritmo cardiaco más alto por más tiempo, lo que significa un ritmo cardiaco más bajo cuando no está activo (conocida como la frecuencia cardiaca en reposo). A través del uso de un MRC su corazón lo está guiando hacia una condición física óptima.
¿Recuerda el correr aquella ruta cuando continuó a pesar de que su corazón le pedía que bajara la velocidad (o le decía algo parecido)? Terminó más cansado de lo que anticipaba, quizás trabajando excesivamente otros músculos del cuerpo. De esa misma manera podemos trabajar excesivamente (o no lo suficiente) en nuestro estado físico espiritual, tomando la acción opuesta a la que el corazón nos indica. ¿Alguna vez ha reflexionado acerca de una decisión errada en su vida y llegó a la conclusión que debió haber escuchado a su corazón cuando la tomó? Por eso la Biblia declara en Proverbios 4:20-23:
Hijo mío, atiende a mis consejos; escucha atentamente lo que digo. No pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón. Ellas dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo. Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.
El corazón es mucho más que un músculo que bombea sangre a través del cuerpo. Es una guía para adiestrar nuestros pensamientos y emociones. Su estado físico espiritual mejora de gran manera cuando pone la dosis acertada de intensidad en sus acciones, cuando intensifica su ejercicio en la palabra de Dios, y cuando se enfoca en sus seres queridos, su carrera, practicar su deporte favorito, y otros elementos importantes en su vida. Si aplica mucha energía por mucho tiempo fuera de sus zonas de entrenamiento, terminará exhausto en ciertas facetas de su vida. Sin embargo, si hay poco entusiasmo, tampoco disfrutará de la vida con la abundancia, propósito y amor que debe tener.
Aun cuando se enfrente a decepciones y desengaños, mientras que no hay garantía de que no experimentara dolor en su corazón, si usted lo escucha y entrena con la palabra de Dios, estará mejor preparado para aguantar las penas y decepciones que la vida a veces trae consigo. Proverbios 3: 5-6 nos recuerda:
Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.
¿Qué le dice su corazón últimamente?
*Para una explicación de las zonas de entrenamiento, visite Pulsímetros Polar
Jairo Ospina
jairo.ospina@gmail.com